"Una experiencia maravillosa con un equipo magnífico de amigos que además son grandes profesionales. Gracias a todos y a la gente de la isla por vivir esta experiencia". Así valora la actriz y escritora Emma Cohen (Barcelona, 1946) el rodaje, llevado a cabo esta semana en Santa Cruz, del cortometraje "Coreografía". La que fuera esposa de Fernando Fernán-Gómez resume rotunda: "Este es un país de envidiosos en el que se deprecia a la gente de la cultura. Fernando Rey, Paco Rabal o Fernán-Gómez serían unos ídolos inmortales, venerados aún hoy en Francia. Aquí no es así".

¿Cómo es Gladys, su personaje en "Coreografía"?

El guionista, Daniel María Hernández, ha hecho un experimento muy interesante con el lenguaje que es como una especie de menos es más. He memorizado bien el papel, algo que a los 65 es mucho más complicado que a los 25, y el rodaje ha sido muy grato. No he visto el resultado, pero creo que ha quedado muy bien. Agradezco estos días a La Copita, al hotel Atlántida y a los compañeros.

"Musa del underground". ¿Cómo se lleva ese título?

Eso viene del siglo pasado. En 1968 dejé la carrera en cuarto de Derecho y me fui a París a vivir el Mayo francés. Las fuerzas del orden y las familiares me hicieron volver a Barcelona. Ahí empezó una especie de vida paralela con gentes de ánimos vanguardistas y exploración en el cine. Hicimos largos, cortos y mediometrajes underground. Yo tenía 21 años y era la única que estaba fuera del circuito burgués catalán. Hacíamos un cine subterráneo sin cubrir los parámetros comerciales. A mí me querían como una especie de anzuelo humano para buscar lo que hiciera falta, prendas o personas. La revista Fotogramas se interesó por este fenómeno y su directora, Elisenda Nadal, me bautizó como musa underground.

¿Por qué no había vuelto al cine desde la muerte de su marido?

Fernando enfermó en el año 2000 y yo tomé la decisión de acompañarlo a sus rodajes porque trabajó hasta su muerte en 2007, a los 86 años. Me convertí en su asistente.

¿Le echa de menos?

Por supuesto, como el primer día, aunque sigue dentro de mí. Lo conocí con 22 años y conviví 37 con él. Además, resido en la misma casa que compartimos.

¿Repetirá como directora de cortometrajes?

He tenido grandes fracasos en mi vida y siempre me he movido en la estética de la derrota. Decidí rebelarme y empezar algo nuevo. Dirigir fue una meta que cumplí y me reinventé entonces como me reinvento ahora. Quería filmar un largo, pero no pudo ser. No creo que lo vuelva a hacer salvo que encuentre una historia perfecta.

¿Y en la faceta de escritora?

Escribí con Pedro Beltrán y Fernán-Gómez los guiones de la serie de televisión "El pícaro". Luego, desde que me quedé sola en 2007 he intentado publicar todo lo que tenía guardado. La Página, un resto de ese sustrato surrealista que solo existe en Tenerife, me publicó mi libro "Terraza de café por la noche", basado en un cuadro de Van Gogh. Este año he editado la novela "Ese vago resplandor", lo último que tenía en los cajones. Ahora escribo otra con tres partes que abarca los treinta años anteriores a la instauración de la II República en 1931.

¿No se plantea volver al teatro?

Escribo obras de teatro, pero no las interpreto porque a mí lo que me gusta es ensayar, estrenar y hacer como máximo tres representaciones. No estoy para repetir. He adaptado una obra teatral de Ramón J. Sender, "La antesala", pero busco una actriz que la quiera hacer porque es muy dura.

¿Volvería a televisión?

No veo ninguna opción de que alguna cadena se vea favorecida con mi presencia en esas tertulias tan profundas y pacíficas que proliferan hoy en día. Me gusta ver "Amar en tiempos revueltos" porque está muy bien hecha y es como un reencuentro generacional, pero no me llamarán porque tengo el pelo corto. No me agrada tanto "Cuéntame" porque me encrespa ver algo tan "light" y almibarado. La realidad no fue así.

¿Cómo lleva la crisis?

Nosotros hemos estado siempre en crisis. Ser cómico es un acto de valor al que se llega por un impulso irrefrenable. Te haces actor y ya entras en crisis. Aunque hay algo positivo en reinventarse y armar algo nuevo que funcione.

Creo que sabe mucho de cine de vampiros. ¿Es eso cierto?

De eso me enteré hace poco. Este año es el centenario del "Drácula" de Bram Stoker. Me llamaron de un grupo llamado Fantaterror para recordar "La sombra del asesino", que rodé a las órdenes de Eloy de la Iglesia y con Vicente Parra haciendo de obrero, que tiene tela la cosa. No recordaba que había tomado parte en tres películas sobre vampiros y desde entonces me llaman para dar conferencias. Primero rodé "El conde Drácula" de Jess Frank -tenía decenas de seudónimos- con Christopher Lee y Klaus Kinski. Luego "El extraño amor de los vampiros", dirigida por León Klimovsky, y, por último, "Los blues del vampiro" con Paul Naschy, filmada por Carlos Aured.

¿Qué director le influyó más?

Por un lado, el brasileño Glauber Rocha con el que rodé a finales de los sesenta junto a Paco Rabal "Cabezas cortadas" en el Cabo de Creus. Fue una película algo fallida. La llevó a San Sebastián y el día del estreno me dejaron sola en el palco del teatro mientras el público no paraba de silbar. También me influyó Fernan-Goméz, un maestro en el cine, en el teatro, en la literatura y en la vida.

¿Le debe algo España a la generación de cómicos posterior a la Guerra Civil?

Fernando Rey, Paco Rabal y Fernando Fernán-Gómez formaban la gran trilogía de actores españoles y en Francia serían venerados e idolatrados. Pero este es un país que no aprecia la cultura porque va en contra del sistema. España ha sido secularmente dominada por la Iglesia Vaticana y por la oligarquía económica, poderes que castigan la cultura por incómoda. Al no atesorar el saber procuran que la gente que lo tiene no sea tan celebrada como en otros países.