En plena psicosis en las Islas por los incendios y, sobre todo, por los pirómanos, el municipio de Santa Cruz puede presumir, no muy alto, por si acaso, de ser el único en Canarias que cuenta con agentes forestales que, además, están especializados en la investigación de dónde surgen los focos y las causas que desatan tanta desolación, gasto público y destrucción natural, de fauna y flora.

Se trata de un equipo que surge en 1882, que vivió su momento de mayor esplendor a principios de los años 80 del siglo pasado, cuando dispuso de veinte miembros, y que ahora cuenta con doce integrantes. Si bien en su momento formó parte del área de Medio Ambiente, en la actualidad está adscrito al departamento de Seguridad Ciudadana. Lo más importante es que, desde que en 2003 comenzaran a analizar los motivos de los incendios y a descubrir dónde y con qué materiales o modus operandi empiezan los focos, han comprobado una reducción paulatina del número de conatos en el municipio.

Este dato resulta poco baladí, dado que Santa Cruz posee 11.000 de las 14.419 hectáreas del parque de Anaga, un referente de primer nivel de laurisilva y otros tipos de monte bajo. De hecho, durante este año tan seco y con tanto pirómano inspirado, la localidad solo ha registrado un conato que, afortunadamente, apenas afectó a unos 1.500 metros cuadrados.

Junto a los miembros del Seprona, que también analizan los inicios de los focos, en coordinación con la Policía Judicial, estos agentes de la Unidad de Montes son los únicos en la Isla encargados de estas labores, si bien limitadas a la capital. Hasta ahora, y pese a que echan en falta más educación ambiental y prevención, han contribuido a que cuatro personas hayan sido imputadas por causar presuntamente algunos fuegos, si bien lamentan que aún no se hayan celebrado los juicios, que tendrían jurado popular.

El único incendio de este año se produjo cerca de La Alegría. El pasado jueves, dos de estos agentes mostraron a EL DÍA cómo investigan el comienzo del fuego, en un 80% de los casos provocados. Por diversas dificultades, la mayoría de las veces no hallan los materiales de ignición, pero sí acotan la zona original analizando múltiples factores, como la dirección de lo quemado, en lo que resulta clave el viento. La investigación posterior con sospechosos, testigos o simples vecinos ha ido dando cada vez mejores resultados.

Junto a Zaragoza y Murcia, Santa Cruz se ha tornado en este ámbito en vanguardia nacional.