En apenas unas horas de esta misma semana, las que van del miércoles 15 al jueves 16 de agosto, la isla de Tenerife vivió una situación inédita: una multitud de conatos de incendio y de fuegos se fueron sucediendo sin dar respiro a los cuerpos de seguridad y de extinción, dando lugar a una importante alarma entre la población.

Los lugares en los que se iniciaron -el más grave de ellos, el de Los Realejos, de madrugada, en las cercanías de una pista forestal y con dos focos originarios- son evidencias que dejan pocas dudas de que buena parte fueron provocados y no de manera accidental.

"Muchos de ellos han sido fruto de la mano del hombre", dijo al respecto la consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, Ana Lupe Mora quien, en declaraciones a este periódico, insiste en su tesis, sin querer entrar en más detalles para "no entorpecer la investigación policial".

Un teoría en la que insistieron tanto el propio alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, como el consejero autonómico de Seguridad, Javier González Ortiz. Las evidencias se acumulan.

¿Quiénes son estas personas capaces de provocar un incendio que causa pérdidas medioambientales, económicas y un daño social difícilmente reparable para los afectados?

Los dos perfiles

En primer lugar habría que distinguir entre incendiarios y pirómanos. El primero no actúa por una enfermedad mental y el segundo, sí. Hasta el momento en el que avancen las investigaciones o se hagan públicas no podrá establecerse con exactitud de qué tipo es la mano que se encuentra detrás de los fuegos provocados en Tenerife días atrás.

¿Por qué alguien mentalmente sano prendería un fuego que pudiera afectar a parajes naturales con serio riesgo de dañarlos o destruirlos?

El presidente de la Fundación Canaria para la Reforestación (Foresta), Sergio de Armas, cree que "la única explicación es la cantidad de legislación vigente en nuestras islas para proteger zonas de valor medioambiental, lo que hace que determinadas personas que viven en el campo recurran a los incendios como forma de manifestarse".

En la misma línea, la representante de Ben Magec, Yazmina Encinoso, se muestra partidaria de que, "para evitar actos irresponsables, debe tomarse en serio la educación ambiental a todos los niveles, considerando que la conservación del medio ambiente es un beneficio público y se debe informar de ello a quienes habitan en zonas rurales y que consideran que el monte es un bien arrebatado por el Gobierno", apunta.

¿Y si los incendios de Tenerife no tuvieran una intencionalidad económica, sino que estuvieran causados por un enfermo?

El decano del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife, Jorge Iván Pérez Peña, defiende que el objetivo del impulso de este tipo de individuos es "reducir la ansiedad que está viviendo y guarda, además, cierto parecido con enfermedades mentales del tipo de la cleptomanía o la tricotilomanía -hábito recurrente de arrancarse el vello-".

Para Pérez Peña "no es extraño descubrir que el sujeto que padece este trastorno sea partícipe de las labores de extinción, puesto que el placer por el fuego aparece en la ignición. Muchos -añade- participan en programas de prevención de incendios, ya que parece una manera lógica de estar cerca de su pasión".

Habitualmente, según este experto, el sujeto que sufre de piromanía "comienza en su etapa juvenil y son con bastante mayor frecuencia varones. Aún así no existe un perfil completamente cerrado y los pocos estudios que se encuentran sobre el tema coinciden en que estas personas suelen tender a la marginación social y a la soledad", asegura.

Las consecuencias de los daños de uno -el incendiario- y otro -el pirómano- son dignos de ser tenidas en cuenta. El pasado mes de julio, sin ir más lejos, el fuego que afectó a Guía de Isora, Adeje, Vilaflor y La Orotava obligó a desalojar a más de 90 personas y causó daños a la agricultura.

En el caso de Vilaflor, su alcalde, Manuel Fumero, asegura que "la regeneración del terreno tardará cerca de dos años" y apunta a que "los terrenos agrícolas de viña y papa se perderán por la sequía o la falta de agua". "Durante el incendio se ha quemado el 50% de la masa forestal de Vilaflor". Un balance muy costoso.