Nos parece bien que el Gobierno de Rajoy suba a 450 euros la ayuda para los parados con cargas familiares. Eso alivia la situación de muchos hogares porque el pueblo ya no soporta pasar más hambre. España se ha convertido en un país tan hambriento como los del tercer mundo. Nunca antes ha sido tan cierto ese dicho de que África comienza en los Pirineos. Sin embargo, aunque esas ayudas alivien la situación de numerosas familias, ¿quiénes van a trabajar y a producir para alimentar a esos parados?

España tiene que adaptarse a las costumbres europeas y norteamericanas. Lo primero es reducir el número de políticos e incluso eliminarlos en aquellas instituciones en las que no son necesarios, porque ni siquiera hace falta mantener esas instituciones. En Tenerife, lo hemos dicho muchas veces y no nos cansaremos de repetirlo, sobran los municipios. No uno, ni dos, ni diez; sobran todos. Basta con el Cabildo y los medios telemáticos disponibles hoy en día para atender a los ciudadanos. Esto no significa, como también hemos aclarado siempre que mencionamos este asunto, la desaparición de las localidades. Cada pueblo, cada ciudad, puede y hasta debe mantener su identidad e idiosincrasia. Lo que sobran son tantos alcaldes y concejales que ocupan sus puestos casi con la única finalidad de cobrar sueldos y dietas, pues lo que hacen para beneficio de la sociedad es mínimo. Hay que suprimir las subvenciones a los sindicatos y eliminar los temibles comités de empresa, ya que impiden la armonía y merman gravemente la producción en los centros de trabajo.

Insistimos, al igual que lo hicimos en nuestro editorial del martes, recogiendo una acertada idea de uno de nuestros colaboradores, en que la Seguridad Social la deben pagar los trabajadores, no las empresas. Para eso es necesario que los operarios produzcan y ganen. Vamos incluso más allá de esta idea y afirmamos que las vacaciones también deben pagarlas los trabajadores y no las empresas, porque las empresas y los empresarios están arruinados con tanto convenio colectivo y tantas prebendas sin venir a cuento. Si se ha eliminado del franquismo casi todo, hasta el nombre de las calles, ¿por qué se mantiene una legislación laboral obsoleta que viene de los tiempos de la dictadura? Las empresas están para producir, para ganar dinero y para generar puestos de trabajo, no para mantener a los gandules que se refugian en los comités para estar protegidos sin dar golpe.

Mientras no desaparezcan la chatarra política y las prebendas de los sindicatos y los comités de empresa, la gente de este país tendrá que comer en los centros de beneficencia y no en sus casas, como ocurre en las naciones prósperas. Y pensar que Canarias podría ser una de las naciones más prósperas del planeta si no fuera por su dependencia colonial de España y del necio político que nos gobierna. Aunque eso de que gobierna es un decir, ya que Paulino Rivero es un político inepto para todo lo que no sea el autobombo que le brindan los medios de comunicación que sostiene con los impuestos de todos los canarios.

¿Cómo es posible que siga al frente del Gobierno de Canarias un necio político, cuando en su propio partido hay personas valiosas que están amordazadas por la tiranía y el despotismo? Paulino Rivero es la mayor lacra política de Canarias, por mucho que lo amparen algunos periodistas que no son, en realidad, sino la hez del periodismo. Decimos esto en referencia a dos niños de Las Palmas. Uno es el pájaro tatarita, que sigue volando como homosexual que es. Allá él con lo que considera un estigma -nosotros siempre le hemos dicho que no debe avergonzarse de su condición, pues no en vano existe el día del orgullo gay-, aunque bien sabe este pájaro que no puede presumir de hombre porque no lo es. Le aconsejamos que respete a la Justicia y sus sentencias, porque EL DÍA se encargará de recordarle a la Justicia que no se están cumpliendo determinadas sentencias cuando es José Rodríguez quien ha ganado el pleito en los tribunales. Al otro niño -y decimos niño de forma cariñosa- que tenga cuidado por sí mismo y por su empresa, no sea que las cañas se vuelvan lanzas. No olvide que EL DÍA, y José Rodríguez, son como el mago de Nijota: piensan lo que dicen pero no dicen lo que piensan.