Varios centenares de lombrices ayudan a familias canarias a gestionar sus residuos orgánicos al transformar las cáscaras de plátano y otros restos de comida en abono de alto valor nutritivo.

La lombricultura, que empezó siendo un experimento en el que participaron 40 familias de Arona, en Tenerife, se ha convertido en una práctica habitual y adaptable a cualquier vivienda, según explica en una entrevista a Eduardo Hernández, gerente de Inversa, empresa dedicada al compostaje.

La preocupación por comer bien y, por consiguiente, la reciente eclosión de los huertos urbanos, ha hecho que la apuesta por este compostaje, inodoro y cinco veces más fértil que el estiércol común, sea una opción ecológica de bajo precio a tener en cuenta.

Así lo asegura el experto, quien detalla que los vermicompostadores -cubículos donde viven las lombrices- cuestan unos 130 euros, mientras que 500 insectos de este tipo valen 25 euros.

En vez de tirar los desechos orgánicos a la basura, los restos de verduras y frutas se depositan en estas cajas, donde las lombrices se comen de forma diaria su propio peso y excretan el 60 por ciento que sirve de estiércol.

La falta de espacio en casa ya no es una excusa, señala el empresario, pues los depósitos destinados a la lombricultura ocupan 75 centímetros de alto, 39 por 53 centímetros de base y su capacidad es de 60 litros.

Tampoco la fobia hacia insectos de este tipo, pues, según comenta, todas las familias canarias que se han atrevido a gestionar sus residuos orgánicos mediante la cría de lombrices no han manifestado ninguna queja.

Nieves Mora tiene en su casa desde hace un año un vermicompostador y, según cuenta a Efe, ha sido una experiencia "magnífica", pues lo que antes tiraba a la basura ahora le sirve para obtener compostaje para cultivar agricultura ecológica.

Al principio reticente por su miedo a las lombrices, Nieves Mora confiesa que es, al contrario de lo que pueda parecer, una técnica limpia que "no genera fobias".

Sin embargo, explica, produce una calidad de abono "extraordinaria", pues las lombrices son capaces de mejorar el alimento que ingiere de forma inicial, el nitrógeno en siete veces, el calcio en cinco y el fósforo en tres.

Se trata de un complejo proceso digestivo por el cual se someten los residuos orgánicos a procesos de fraccionamiento, síntesis, saneamiento y enriquecimiento enzimático y microbial que tienen lugar en el intestino de la lombriz.

El resultado es un fertilizante totalmente estabilizado, que no produce daño a las plantas en caso de que se utilice más de lo debido, precisa el experto, quien apunta que en Sudamérica se utilizan las lombrices como pienso.

La lombriz roja californiana, utilizada para esta técnica ecológica, también sirve para alimentar animales, pues su alta tasa de reproducción -cada dos meses duplican su número- hace que se le estén buscando otros usos.