Lycaon, el primer licántropo, antiguo rey de Arcadia proscrito por Zeus, da nombre al perro salvaje que podría pasar por hiena y que para muchos es uno de los exponentes menos "afortunados" de su especie. Pero su mala fama no le ha impedido reencarnarse subrepticiamente en algunas manifestaciones artísticas, como la que Idaira del Castillo muestra hasta mañana en el Instituto Cabrera Pinto de La Laguna.

"Lycaon y los trece ochomiles" es el título de esta aventura plástica protagonizada por animales de cuatro patas -humanos, demasiado humanos- a los que su creadora "desviste" para ser mirados bajo luces cambiantes. La exposición es el resultado del proyecto "Orientaciones, 25 pies", impulsado por el Gobierno de Canarias y que propició la selección de la autora tinerfeña a finales de la pasada temporada.

¿Qué se esconde tras el original título que ha elegido, ese contraste casi surrealista entre mitos antiguos y modernos?

Para mí, cada persona tiene un animal interior que lo representa, el licaón es el perro salvaje africano y me recuerda mucho a una persona cercana , muy aventurera, de ahí la metáfora de los trece ochomiles.

Su propuesta fue seleccionada dentro del proyecto "Orientaciones", que junto a Área 60 es una de las pocas apuestas por el arte emergente que se realizan en Canarias. ¿Se considera dentro de esa "emergencia" o es un término vacío de contenido?

No considero que esté emergiendo; creo que cada uno apuesta por su trabajo, unas veces se tiene más suerte y otras menos. Siempre es de agradecer iniciativas que apoyen a los artistas jóvenes y les den la oportunidad de mostrar su trabajo.

En sus cuadros se perciben ecos de Francis Bacon, de Lucien Freud, incluso del arte pop. ¿Son sus coordenadas estéticas?

No me lo he planteado, vivo el día a día y lo expreso según mi cabeza lo va procesando. Como si de un cartel publicitario se tratara, expongo mi visión, dando al espectador la oportunidad de interpretarla y sacar sus conclusiones.

¿Puede decirse que en su obra hay un rechazo de la "belleza" entendida en el sentido clásico y una búsqueda de escenas, gestos y expresiones que anidan en el subconsciente?

En mi obra hay también una búsqueda de la belleza, pero de otro tipo. La belleza clásica puede llegar a ser vacía y superficial, prefiero arriesgar y buscar más en el interior a través de las peculiaridades de cada uno.

Deformidad, anomalía, monstruosidad latente... recorren todo el arte moderno, desde Goya a David Lynch. ¿Qué papel desempeñan en su obra?

Todos podemos ser monstruos ( no implica maldad), deformes y anómalos. Lo que nos convierte en ello no es la apariencia, sino lo que hacemos en nuestra vida. Desvisto a mis personajes y muestro lo buenos y lo malos que pueden ser.

En su faceta de escenógrafa, quedó pendiente un trabajo para el Festival de Zarzuela de 2011. ¿Qué sucedió?

Me gusta crear ambientes y contar historias, la escenografía me ayuda y aporta algunas cosas a mi obra. En cuanto al proyecto para el Festival de Zarzuela, se realizó, pero no fui yo la seleccionada.

¿La crisis generará su propio arte, como lo han hecho las guerras o las dictaduras?

El arte, en todas sus modalidades, va de la mano de las circunstancias sociales, creo que es un reflejo de lo que ocurre, ilustra la historia, el tiempo dirá en qué quedará todo esto.