Cuando el contendiente más débil lleva los partidos al trabajo físico, bloquea el juego y trata de dinamitar la continuidad combinativa de su rival, éste tiene que decidir por el elemento que marca diferencias: la calidad. Eso hizo el Tenerife ayer en O Couto, donde vivió los 22 minutos más trabados de la Liga hasta ahora. Justo hasta que Luismi Loro clavó en la escuadra izquierda de Pato Guillén una falta directa desde la frontal del área. El mediapunta blanquiazul supo que podía tener en sus botas la posibilidad de desatascar el encuentro, retrasó el balón un metro para ganar ángulo, ejecutó el golpe franco y se fue a celebrar su segundo gol de la temporada.

Hasta ese momento las había pasado canutas el conjunto de Álvaro Cervera, no porque su portería corriera peligro, sino porque estaba viviendo una sensación desconocida en los dos encuentros anteriores: no tenía el control de la situación. A base de asfixiar la salida tinerfeña, el Orense había logrado desconectar a los "buenos" e incomodar a los mediocentros, que se veían obligados a mirar hacia atrás constantemente. De hecho, las dos primeras llegadas con peligro correspondieron al cuadro local. Tarantino, en su intento por despejar, casi introduce el balón en su portería (5'') en una falta lanzada por Sanginés. Poco después, Moyano evitó un remate a puerta vacía de Noguerol con una recuperación casi imposible (16'') tras una buena triangulación gallega.

La incomodidad se había transformado en duda. Pero el tanto de Luismi Loro se encargó de disiparlas de un plumazo. Ni siquiera necesitó una llegada clara para adelantarse. Bastó un disparo lejano y sin aparente peligro, que tapó Capi con la mano. Fue la falta que dio origen al 0-1. Diez minutos más tarde, con el Tenerife más asentado en el terreno de juego, un balonazo a Aridane iba a generar el segundo tanto. Ganó a los dos centrales y habilitó a Cristo Martín dentro del área. Pero Yosu llegó para tapar el disparo del tinerfeño. El rechace le cayó en las botas al delantero grancanario, que no perdonó. Lo tenía fácil, pero a veces se falla lo más fácil. Él no. Cruzó ante Pato Guillén, al que no se le recuerda parada alguna en 90 minutos y 0-2.

Decidido o casi.- El Orense acusó el golpe porque, por momentos, vio el encuentro perdido. De su desorden en el centro del campo debieron sacar más partido los blanquiazules, que no olieron la sangre de su dañado adversario. Hasta el descanso, solo volvió a tirar a puerta en una ocasión. Fue Luismi Loro, tras una buena combinación de Chechu y Cristo Martín, el que disparó junto al poste derecho local (40''). Vivo, más porque la escuadra visitante no fue capaz de rematar que por sus propios méritos, el equipo gallego se rearmó tras el descanso.

Luisito introdujo dos cambios: Jona e Iván sustituyeron a Sanginés y Pillado. El primero se situó como hombre más adelantado, con lo que Quintairos retrasó su posición para venir a enganchar en el centro del campo. El plan parecía bueno, pero el Tenerife dio un paso atrás para cerrar el choque. La decisión quedó refrendada desde el banquillo, puesto que Cervera dio entrada a Suso sabiendo que la salida al contragolpe iba a requerir de un hombre con más recorrido que Chechu o Cristo. Nada más entrar, el tinerfeño se marchó en velocidad de Campillo y ensayó el disparo (58''). Fue un aviso. En su siguiente intento, se plantó ante Guillén y estrelló el balón en el poste derecho con el meta local ya batido (69''). La acción demostró que el Orense estaba partido. Los de ataque ya no bajaban y el centro del campo, cubierto a duras penas por Yebra y Álex, hacía aguas.

Minutos raros.- El técnico decidió mover ficha de nuevo. Entró Adil por Quintairos para incorporar un hombre a la parcela ancha. Esta decisión y un nuevo paso atrás del conjunto tinerfeño metieron a su equipo en el partido. No se sabe si por relajación, el empuje del rival o por cansancio, el Tenerife regaló casi 70 metros de campo. El caso es que los gallegos empezaron tirando de fuera. Sergio Aragoneses evitó el 1-2 en una falta lanzada por Yebra (71''). Yosu y Adil (75'' y 81'') también lo intentaron desde lejos. El lateral se sacó luego de la chistera un centro-chut que el meta visitante se vio obligado a despejar a saque de esquina (84''). Las llegadas se sucedían sin que los blanquiazules lograran lo que habían hecho tan bien en los primeros veinte minutos de la segunda mitad: enfriar el encuentro. A cinco minutos del final, Jona cabeceó increíblemente fuera un buen centro de Yebra. El delantero iba a tener su reválida.

La movilidad de Iván y Noguerol dio vida al juego de bandas del Orense y un centro del primero acabó en la cabeza de Jona que, a la segunda sí, acortó distancias (86''). Dicen que el 0-2 es el resultado más engañoso del fútbol porque todo parece controlado y un gol del rival lo cambia todo. Así fue. Dos minutos más tarde, Capi remató libre de marca tras una segunda jugada en la que se respiró nerviosismo en la zaga insular. Para entonces, ya jugaba con uno menos el grupo de Luisito por la expulsión de Yebra. Ni con la superioridad numérica pudo vivir tranquilo el Tenerife.

Eso sí, la situación le permitió volver a pisar el campo contrario y aumentar su renta. Un error en cadena de la defensa gallega facilitó que el balón pasara dentro de su área por tres blanquiazules: Suso, Aridane y Víctor Bravo, que no perdonó (89''). Ahora sí, partido sentenciado. Pero el Orense se resistió a su suerte hasta el final y fue capaz de marcar de nuevo. En una de sus llegadas se generó un barullo en el área en el que Tarantino, tirado en el suelo, retuvo el balón entre sus pies: libre indirecto. Al saque del mismo, penalti y 2-3 ya sin tiempo para más.