La denuncia de la exprimera dama alemana Bettina Wulff contra Google, por verse relacionada con la palabra "prostitución" en el modo "autocompletar" del popular buscador, ha abierto el debate sobre la eventual indefensión de los personajes públicos en la red y el derecho a la privacidad.

El encargado federal de Protección de Datos, Peter Schaar, salió hoy en defensa de Bettina Wulff, cuyo caso acapara titulares desde hace días, coincidiendo con la publicación de su biografía "Jenseits des Protokolls" ("Más allá del protocolo").

"Me parece del todo correcto que los afectados tengan derecho a excluir términos que consideran deshonrosos de los buscadores automáticos y que traten de evitar su difusión en los medios", apuntó Schaar respecto a ese caso.

Bettina Wulff, de 38 años y segunda esposa del expresidente Christian Wulff, ha interpuesto decenas de demandas tanto contra Google como contra grandes medios de comunicación que la han relacionado con un presunto pasado en la prostitución o como dama de compañía.

El caso ha tomado nueva relevancia ahora, con ocasión del lanzamiento de su biografía, donde sale al paso de estos rumores, niega toda vinculación con el mundo de la prostitución y afirma que ello ha causado graves daños a su familia.

La profusión con que se ha informado estos días del caso ha hecho que, incluso, la Asociación de la Prensa Alemana (DJV) haya hablado de una campaña de relaciones públicas editorial para favorecer el lanzamiento del libro.

Los rumores sobre el presunto "oscuro" pasado de Wulff no son nuevos, sino que la acompañaron durante su periodo como esposa del político, que fue jefe del Gobierno del land (estado federado) de Baja Sajonia, primero, y presidente del país, después.

Christian Wulff, de la Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU), partido que lidera Angela Merkel, llegó a la presidencia a propuesta de la canciller alemana, en 2010, y acabó presentando la dimisión, en febrero de este año, por sospechas de corrupción.

En su etapa como primera dama, su esposa se convirtió en una figura de gran popularidad, por su imagen de mujer moderna y atractiva.

En la portada del libro ahora lanzado luce un tatuaje en la parte alta del brazo, imagen que en esa etapa evitó mostrar en público, por considerarse en algunos círculos conservadores como "demasiado moderna" para representar al país.