El astronauta Neil Armstrong fue recordado hoy como el primer hombre "que dejó su huella en otro mundo y una marca extraordinaria en el corazón de los estadounidenses" durante una ceremonia solemne en la Catedral Nacional de Washington.

El homenaje tuvo lugar a la luz de un vitral que contiene una roca que él trajo de la Luna.

Armstrong, que caminó sobre la Luna el 20 de julio de 1969 en la culminación de la misión Apollo 11, falleció el pasado 25 de agosto a los 82 años.

Los restos del primer humano que pisó el Mar de la Tranquilidad, como se conoce el lugar donde descendió el Apolo 11, serán arrojados al mar el viernes, en una ceremonia naval de la Marina de Guerras donde Armstrong cursó su carrera como piloto.

Hasta ahora no se han divulgado detalles de la sepultura en el mar.

El presidente Barack Obama ha ordenado que ese día en los edificios del gobierno federal las banderas ondeen a media asta para marcar la ceremonia.

Armstrong fue "un hombre que cuando se hacía tu amigo era amigo para toda la vida", dijo, emocionado durante el evento en la Catedral, Eugene Cernan, comandante de la misión Apollo 17 y el último humano que dejó su huella en la Luna.

"Una vez que Armstrong le tomó el gusto a volar, como piloto naval, sus ojos se tornaron hacia el cielo que es a donde él siempre quiso ir", agregó.

"Adiós, amigo, nos dejaste demasiado pronto", dijo Cernan, quien añadió: "Apreciamos el tiempo que compartimos".

El lado sur de la Catedral Nacional (episcopaliana), tiene un enorme vitral llamado "Ventana espacial", donde los círculos de colores reproducen la trayectoria de la misión Apollo 11 que Armstrong compartió con Buzz Aldrin y Michael Collins.

El 20 de julio de 1969, el módulo de Apollo 11 se posó en la Luna y Armstrong salió de la cápsula y caminó sobre el suelo polvoriento. Fue entonces cuando pronunció la famosa frase: "Un pequeño paso para un hombre, un salto gigantesco para la humanidad".

Aldrin permaneció dentro del módulo, mientras Collins, quien asistió a la ceremonia de hoy, orbitaba la Luna en la nave de control.

Armstrong, Collins y Aldrin presentaron a la Catedral Nacional en 1974 un trozo de roca traído de la Luna y que quedó colocado en el centro de un círculo rojo en uno de los 215 vitrales de la mayor catedral de estilo gótico en las Américas.

En la ceremonia se pasó una grabación del discurso, que ayer hizo

cincuenta años, pronunció el presidente John F. Kennedy en la Universidad Rice y en el cual anunció: "Vamos a la Luna".

"Elegimos ir a la Luna en esta década no porque sea fácil, sino porque es difícil", prometió Kennedy. "Ése es el reto que aceptamos, el reto que no estamos dispuestos a postergar".

El director de la agencia espacial estadounidense NASA, Charles Bolden, dijo que "los hombres y las mujeres con visión de futuro, con determinación y coraje, que hicieron posible la gesta de Armstrong y de otras misiones son una inspiración para las generaciones futuras".

"La huella que Armstrong dejó en la Luna puede compararse sólo con la marca extraordinaria que dejó en los corazones de los estadounidenses", agregó.

"Armstrong fue el primer hombre que demostró que es posible alcanzar otros mundos", dijo Bolden, quien dijo que "la roca en el vitral nos recuerda que estos logros son posibles por la gracia de Dios y su mano que nos guía".