Un clamor silencioso. Recurrimos a este oxímoron porque condensa perfectamente lo que está ocurriendo en Canarias con respecto a nuestra independencia. No somos una comunidad autónoma española, por mucho que España trate de engañar al mundo entero con esa denominación. Somos una nación que aspira a tener su Estado propio. No somos españoles; somos canarios que quieren vivir con libertad, identidad y dignidad. La idiosincrasia del pueblo canario -una forma de ser que algunos califican de aplatanada- nos lleva a ser prudentes. Por eso no se han producido explosiones populares en las calles para pedir la independencia de un Archipiélago que lleva seis siglos colonizado y saqueado por los españoles. Ni siquiera ha tenido lugar en nuestra tierra, por ahora, una manifestación multitudinaria como la del pasado martes en Cataluña, aunque los patriotas isleños ya han mostrado varias veces su total repulsa a la dominación española. Silencioso, pero clamor. Un grito en demanda de libertad que pronto surgirá de miles de gargantas con tanta fuerza, que no podrán ignorarlo los medios de comunicación españoles. Esos medios que hoy guardan un silencio vergonzoso porque temen reconocer que los peninsulares van a perder, mucho más pronto de lo que esperan, la finca de la que tanto han mamado.

Por otra parte, causa vergüenza la caradura de Paulino Rivero y sus "nacionalistas" impidiendo que se discuta en el Parlamento de Canarias lo sucedido en el incendio de La Gomera. Mientras cientos de miles de canarios están sin trabajo, mientras el hambre arrasa los hogares isleños, mientras los jóvenes y no tan jóvenes tienen que emigrar en masa, mientras otras regiones españolas que también son naciones, al igual que lo es Canarias, salen a la calle para reclamar su libertad, los falsos nacionalistas canarios se entretienen con juegos dialécticos. Por eso decimos que el Parlamento de Canarias hay que cerrarlo a la espera de mejores tiempos. Tiempos que no pueden ser otros que los de nuestra independencia. El Parlamento es una institución noble convertida en un estercolero político por quienes se sientan en sus escaños. Hay que cerrar el Parlamento y suprimir ayuntamientos porque es un hecho indigno que los políticos sigan cobrando jugosos sueldos mientras los canarios no tienen qué comer. ¿A qué esperan los políticos para marcharse? ¿A que se produzca una revolución como la que protagonizaron los bolcheviques? ¿Pretenden provocar al pueblo para que rueden cabezas como rodaron tras la toma de la Bastilla?

Hemos recibido muchas felicitaciones por nuestro editorial de ayer. Lamentamos que España se desintegre. No nos gustará ver en su futuro mapa los huecos que irán dejando algunas regiones tras alcanzar la independencia, pero la libertad de los pueblos es una aspiración ineludible. "El primer bien de las naciones reside en su independencia y en su existencia política", dijo en su día Napoleón Bonaparte, como bien recordaba ayer en su cabecera un periódico que se edita en Tenerife al dictado de Las Palmas. Un periódico que, siguiendo su línea habitual de apoyo a Rivero, titulaba en su primera página con una frase de este necio político que tenemos por presidente del Gobierno regional: "Tenemos que estar todos unidos como en Cataluña". Qué cinismo. A buenas horas clama este inepto político por la unidad de los canarios. Además, ¿unidad para qué? ¿Para pedir la independencia, como han hecho los catalanes, o para seguir jugando a la política pura en Madrid? ¿Unidad para pagar impuestos a costa de pasar hambre, mientras el presidente sigue con sus altos vuelos? ¿Unidad para salir a la calle, pacíficamente, y exigirle a este déspota político que dimita y se exilie?

De disparate en disparate. Mientras Rivero les pide a los canarios que se unan frente a los atropellos del Gobierno central, en estos días está participando en la Conferencia de Presidentes de las Regiones Ultraperiféricas. Es decir, participa en una reunión del organismo que regula las colonias europeas, pues eso es lo que son las regiones ultraperiféricas. Esto demuestra que Rivero no está por la independencia de Canarias; no está a favor del bienestar de su pueblo. Lo que busca es perpetuarse en el poder indefinidamente, para favorecer a sus allegados, amigotes y a sí mismo.

Hablaremos más ampliamente de estos y otros asuntos en nuestro editorial del domingo. Hoy queremos acabar con una reflexión: se impone la razón de la historia, que no es otra que la independencia de nuestra tierra.