Todo viaje, por largo que sea, se inicia con un primer paso

(Lao Tse, filósofo chino, siglo IV a. C.)

ENCERRADOS en casa. Víctimas de la vida fácil, sin ilusión, víctimas de una sobreprotección sin medida. No salen. ¿Para qué, si no tienen a dónde ir ni dinero que gastar? No se comunican, dicen... Tampoco habrá mucho que contar. Vegetan y esperan que pase algo. ¿Qué va a pasar? Pregunte, a ver qué creen que puede ocurrir, ¿el fin del mundo? En realidad, no sabemos qué piensan, porque pensar, piensan, digo yo. El santo día frente al ordenador; navegan por las sendas de la perversión virtual. ¿Quién los entiende?

Huir. Lamentable resultado de una generación de padres incompetentes. ¿Qué ejemplo reciben los jóvenes cuando nuestra sociedad premia la compasión del subsidio, el falso Estado del bienestar sustentado en una paga o el fraude cotidiano en las pequeñas cosas? Y, por si fuera poco, se rasgan las vestiduras porque la difícil-situación-económica-de-la-que-no-somos-en-absoluto-responsables obliga a nuestros hijos a buscarse la vida allende los mares. Mucho han tardado en liberarse del yugo, agarrar el petate y viajar por ahí a buscarse el guiso. Abandonar la condición "ni-ni"; que en Europa o en América a la gente joven no se la trata como vagos inútiles, sino como una apuesta segura de futuro.

¿Qué tendrá de malo emigrar? Desconfíe de quienes se empeñan en amedrentar al soñador, al intrépido con iniciativa, al que mira más allá, y venden las maravillas de nuestra jaula dorada mientras insisten en lo mal que va todo y el poco caso que nos hacen. Pregúntese por qué no quieren que sus conciudadanos cojan camino, por qué. Buscarán acólitos -más fáciles de manejar que las personas libres- o querrán que no se desmorone su densa y útil red clientelar. En fin, disculpe esta deriva conspiratoria, que tampoco era necesaria; puede que el fenómeno sea solo una moda o la coincidencia de conductas idénticas.

Un plan. Es mi propuesta. Pensar en serio qué quieres hacer con tu vida, sin engañarte, pregúntate -y respóndete- cuál es tu vocación, en qué quieres emplear tu tiempo y tu talento, aunque al principio pueda parecer objetivo inalcanzable. El primer paso del camino. Y con esa idea verifica si tienes la formación suficiente para poner remedio y quiénes te pueden ayudar a avanzar. No te dejes obnubilar con las promesas de la emprendeduría, que requiere experiencia y dinero, todo llegará. Juega tus cartas con inteligencia, no tienes nada que perder, ofrécete a lo que sea -aquí o en China- siempre que te acerque a tu meta, mantén el enfoque. Mientras otros lamentan su mala suerte, tú adquieres bagaje, tú forjas tu propio destino.

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