Un domingo más nos sorprende Paulino Rivero con su entrevista en uno de los periódicos que subvenciona con el dinero de todos los canarios. En realidad, ya no nos sorprende porque lo habitual no puede ser sorpresivo. Lo que sí nos llama la atención es que ahora este necio político se atreva a vincular las prospecciones petrolíferas con la unidad de los canarios. Quién sos tú, muchacho, para hablar de unidad, si estas islas están desunidas y en la miseria por tu culpa, solo por tu culpa y por tu grandísima culpa.

No se ha enterado todavía Rivero, o aun habiéndose enterado pretende ocultarlo, que su permanencia en el poder a la fuerza -ya que no ganó las elecciones- ha ocasionado un cisma en el Archipiélago y en su partido. En las Islas porque para conseguir el apoyo de los socialistas ha tenido que entregarle a Las Palmas el control de las principales instituciones de Tenerife. Y en su partido porque son muchos los patriotas de CC que no lo quieren como presidente del Gobierno ni tampoco como líder de esta formación política, que algún día -si realmente quiere sobrevivir- tendrá que dar un golpe de timón para quitarse de encima a este déspota político y encaminarse hacia la independencia con paso firme, que es lo que hacen todos los nacionalismos del mundo, empezando por el catalán.

En vez de decir que siente envidia sana de lo que está ocurriendo en Cataluña, ¿por qué no actúa de una vez como lo están haciendo los catalanes? ¿Por qué no exige nuestra independencia del Estado español? ¿Cuántas oportunidades ha desaprovechado Rivero en Madrid para forzar que se ponga en marcha de inmediato una comisión bilateral que negocie el traspaso de poderes, como sin duda alguna harán los catalanes apenas se celebre el referéndum de autodeterminación que tienen previsto convocar, por mucho que le pese al colonialista Gobierno de Madrid? ¿Qué le impide cursarle las oportunas instrucciones a la niña que tiene en Madrid para que deje de jugar a la política pura y pida de una vez la libertad de su tierra? Nada, respondemos nosotros en su nombre. No se lo impide nada salvo su cobardía política. Solo los políticos cobardes como él tratan de ocultar su mala gestión con denuncias contra EL DÍA porque este periódico no se vende como otros. Nuestra línea editorial no ha cambiado ni cambiará aunque nos den o nos quiten emisoras. Eso se deja para tataritas feminoides, porque esta Casa, que también lo es de nuestros lectores, se apoya en cimientos ideológicos muy firmes y, en consecuencia, poco mudables.

Qué pérdida de tiempo la de este demente político hablando de la financiación estatal para la autonomía canaria. Si fuésemos una nación soberana, como lo seremos muy pronto -sin que ni Rivero, ni su esposa, ni ninguno de los secuaces políticos que los rodean tengan cabida en ella-, no estaríamos mendigándole unos euros más o menos al país que nos coloniza desde hace casi seis siglos. Todo cuanto nos den los españoles, todo cuanto pueda sacar CC en Madrid no es sino una ínfima parte de lo mucho que se llevan de nuestra tierra. Implorar que nos devuelvan unos céntimos cuando nos han robado millones y siguen haciéndolo; esos son los logros políticos de los que presume Rivero, Barragán, Oramas y otros falsos nacionalistas que engañan a un pueblo cada vez más hambriento y moribundo en las listas de espera de los hospitales. Si de verdad quiere la unidad de Canarias, que dimita de una vez -hoy mejor que mañana- y que se exilie para siempre.

Antes de acabar, un apunte sobre otro asunto. Publicamos el sábado que el Cabildo de Tenerife ha comenzado los desmontes del trazado del futuro circuito de velocidad sin haber licitado las obras. Eduardo Pintado, consejero insular de Desarrollo de Proyectos, asegura que no se ha incumplido ninguna normativa.

Nos parece bien que se pongan en marcha infraestructuras ventajosas para la Isla sin dilaciones aunque, como sucedía en épocas que no añoramos, primero se fusile y luego se celebre el juicio. Tenerife tiene que sacudirse de todas las manos que intentan estrangular su crecimiento. Manos muchas veces teñidas de amarillo, que han impedido que a día de hoy estén concluidas importantes obras como el puerto de Granadilla, el anillo de autopistas y la ampliación el aeropuerto del Sur, entre otras.