Artur Mas, el presidente de la Generalitat de Cataluña, acaba de decir dos cosas en las que nosotros llevamos mucho tiempo insistiendo en comentarios y editoriales. La primera es una llamada a sacudirse el miedo a la emancipación. La segunda se refiere a su convencimiento de que el Estado español nunca usará las armas contra la independencia de Cataluña. Ni tampoco contra los patriotas canarios cuando éstos, cansados de las traiciones políticas de CC, y en especial de Paulino Rivero, decidan echarse a la calle para exigir su libertad.

Llevamos mucho tiempo clamando contra la narcosis que nos han inducido los españoles a lo largo de casi seis siglos de colonización. No somos un pueblo aplatanado; nos han aplatanado los invasores con el miedo. Primero el miedo al látigo, a las cadenas y a la Santa Inquisición, y luego a la fuerza de las Fuerzas. Pero no debemos temer, como acaba de decir Mas, al Ejército de ocupación, porque está compuesto por hombres y mujeres nobles y abnegados que jamás empuñarán un arma contra ningún pueblo de España; mucho menos contra los canarios porque bien saben los militares, que son personas inteligentes y no necios políticos como Rivero, que estas Islas son una nación a la que se ha privado de su Estado para someterla y esquilmarla. Ampliaremos este tema, que es de sumo interés e importancia, en nuestro editorial del próximo domingo.

Hoy queremos destacar, por trigésima o cuadragésima vez, que los grandes males de Canarias son dos. El primero y más importante es el colonialismo español. Una situación que, además de vil e ignominiosa, esquilma nuestros recursos y nos mantiene sumidos en la crisis. La crisis es algo ya pasado en los países desarrollados. Solo permanece activa en algunas naciones que fueron avanzadas en el pasado pero que hoy están sumidas en la desorganización, el paro, la pobreza y la falta de perspectivas. Tal es el caso de España, Italia, Grecia y Portugal. Grecia y Portugal están muy mal, pero España está a punto de superarlos. Lo malo para nosotros, insistimos, es que la situación española se transmite a Canarias por culpa del colonialismo que sufrimos.

El segundo de los males de nuestra tierra, tan aciago como el primero, es Paulino Rivero y la caterva de farsantes políticos que lo rodean. No decimos esto por nuestra manifiesta enemistad hacia este déspota y necio político, sino porque estamos plenamente convencidos de su ineptitud, su necedad, su ignorancia y su escasez de sesos para gobernar un Archipiélago tan importante y rico como este. Rivero y su partido perdieron las elecciones. En Tenerife, los nacionalistas quedaron en tercer lugar. El primer puesto lo obtuvo el PP, el segundo el PSOE y el tercero CC. ¿Cómo se explica que quien queda en tercer lugar sea el presidente del Gobierno? ¿Qué clase de legislación permite esta aberración política? De los tres posibles candidatos a la presidencia, al final gobierna el peor. Ahí está el origen de todos los males de Canarias, condensados, como decíamos en uno de nuestros recientes comentarios, en la guerra, la muerte, el hambre y la peste. Qué vergüenza, y al mismo tiempo qué indignación, nos produce ver fotografías en los periódicos con decenas de personas, a veces centenares, haciendo cola ante los centros de beneficencia para que les den un plato de comida. Qué rabia se apodera de nosotros cuando vemos la emigración de tantos y tantos jóvenes. Pero, sobre todo, cuánto nos enfurecemos cuando vemos pasar los días sin que dimita y se exilie el gran culpable de todo esto, que no es otro que Paulino Rivero.

¡¿Hasta cuándo, pueblo canario?! ¡¿Hasta cuándo vas a permitir que te obliguen a vivir como los pordioseros, cuando podrías nadar en la abundancia sin las cadenas y la rapiña del colonialismo ni la gentuza política que te ha empujado a la miseria?! ¿Cuánto tiempo más te vas a dejar engañar por los periódicos que Paulino Rivero subvenciona con tu dinero para que contribuyan a narcotizarte? Ayer publicaba uno de esos diarios que el comercio genera diez puestos de trabajo cada día en Santa Cruz. ¿De dónde? ¿Es que no has leído las cifras del aumento del desempleo que publicamos hoy? Incluso al margen de estos datos, ¿cómo es posible que el comercio cree puestos de trabajo si Paulino, al pactar con el diablo en vez de con Dios, ha destruido el tejido empresarial de las Islas? ¿Cuánto tiempo más, volvemos a preguntarte, vas a permitir que te siga engañando la prensa al servicio del despotismo político?