FINALMENTE llego el día en el que Canarias tuvo que acudir desesperada a pedir el rescate. Era lógico. Después de décadas frenando la innovación era algo inevitable. Es lo que tiene la extracción de rentas, que no crea riqueza sino que actúa de forma predatoria sobre contribuyentes, consumidores y trabajadores.

Adam Smith dividió los ingresos en beneficios, salarios y rentas. La característica esencial del beneficio es el riesgo. El capital se arriesga a cambio de la esperanza de obtener una ganancia. Las extracción rentas, por otra parte, es la forma de ingreso más cómoda y fácil. A diferencia de los beneficios empresariales, la extracción de rentas siempre salen a costa de los demás en forma de privilegios, corrupción, monopolios, tarifas, cuotas, subvenciones, etc...

Una élite extractiva se caracteriza por tener un sistema de captura de rentas que permite, sin crear riqueza nueva, detraer rentas de la mayoría de la población en beneficio propio. Un socialismo de ricos en los que se socializan las perdidas y se privatizan las ganancias como en Canarias.

Las élites extractivas abominan de cualquier proceso innovador lo suficientemente amplio como para acabar creando nuevos núcleos de poder económico, social o político y no pueden tener otra estrategia de salida de la crisis distinta a la de esperar que escampe la tormenta.

Si no hay innovación hay estancamiento y obsolescencia. Sin innovación no hay crecimiento y sin crecimiento no se puede resolver el problema del paro y la pobreza aumenta. Era de esperar. La estrategia básica de cualquier élite extractiva es oponerse al cambio, a cualquier cambio. Han sido sus mecanismos de captura de rentas los que han provocado la crisis y el estancamiento actual, y eso, claro está, no lo pueden decir.

Cualquier proyecto nación, para ser creíble, tiene que incluir el desmantelamiento de, al menos, parte de los mecanismos de captura de rentas de los que se benefician en Canarias las élites políticas y económicas, tanto locales como foráneas. Y eso, por supuesto, no se plantea. En su lugar se aconseja a los jóvenes que emigren.

Es lógico, las élites extractivas abominan de la "destrucción creativa", que caracteriza al capitalismo más dinámico, porque les mueve la silla. En palabras de Schumpeter, "la destrucción creativa es la revolución incesante de la estructura económica desde dentro, continuamente destruyendo lo antiguo y creando lo nuevo". Este proceso de destrucción creativa es el rasgo esencial del capitalismo y de la evolución de las sociedades.

A pesar de llevar cinco años de crisis, Coalición Canaria se ha dedicado a bloquear cualquier intento de cambio para proteger su régimen extractivo. Los empresarios tampoco están interesados en cambiar sus modelos de negocio ni sus modelos de gestión sino en proteger, al igual que los políticos, su sistema de extracción de rentas. El resultado: paro, miseria, pobreza y emigración.

No tienen ningún diagnóstico coherente de lo que le está pasando en Canarias, no tienen ni proyecto ni estrategia. Son incapaces de aportar soluciones. La estrategia de futuro más obvia -la mejora de la educación, el fomento de la innovación, el desarrollo y el emprendimiento y el apoyo a la investigación- es activamente boicoteada y convertida en pesebres extractivos en los que alimentar a incompetentes a costa de sacrificar las oportunidades de futuro de esta sociedad.

Paulino Rivero se convirtió en el adalid del binomio construcción turismo. Apostó por lo viejo sacrificando lo nuevo y condenando a cientos de miles de jóvenes a emigrar. Ha hecho un buen trabajo protegiendo los intereses de caciques, foráneos y pies negros.

Su juego ha sido el de que nada cambia. Bloquear el crecimiento interno para mantener su poder y proteger a las élites extractivas con una mano y pedir dinero a Madrid para poder seguir controlando la colonia con la otra. No han estado a la altura de las circunstancias

Pero el sistema electoral canario, junto con un aparato del Estado y un poder judicial al servicio de los intereses de la metrópoli, permite que dichas élites extractivas tengan el poder suficiente como para impedir un sistema institucional inclusivo, es decir, un sistema que distribuya el poder político y económico de manera amplia, que respete el Estado de derecho y las reglas del mercado libre potenciando la innovación el crecimiento y el cambio. Dicho de otro modo, tener el poder suficiente para condicionar el funcionamiento de una sociedad abierta -en el sentido de Popper- y castrar las oportunidades de futuro de la sociedad.

¿Se puede obtener un fracaso más absoluto que el de Paulino y sus muchachos? La respuesta es no, pero seguro que todavía son capaces de sorprendernos negativamente. Siguen queriendo ir de listos pero están acabados.

Canarias tiene y puede cambiar y cada día más gente es consciente de ello. Como decía el obispo sudafricano Desmond Tutu, "cuando la gente decide que quiere ser libre... no hay nada que la detenga".

jorge.dorta@mencey.ch