En El Lajar de Bello, en el cruce de La Camella (Arona), practican una cocina joven, moderna, suculenta, a precios ajustados. El restaurante, con dotaciones maravillosas, es un proyecto inteligente que ha sabido ganarse a pulso la clientela local.

Se ha hecho un hueco entre los empresarios por el refinamiento de sus maneras; se habla de su buena atención y de la lucidez en la gestión del negocio. Es un restaurante de ideas claras que se inserta en la modernidad sin olvidarse de que la gente va a comer y a sentirse satisfecha.

Alejandro Bello, el joven chef propietario de este restaurante, no abandona platos que triunfan como el solomillo con foie de pato y salsa de vino Pedro Ximénez. Lo suyo es casi arte. Limpia cuidadosamente el solomillo y lo reserva. En un caldero vierte el PX y lo deja reducir hasta la mitad, a fuego lento, le incorpora nata, zumo de naranja, maicena y lo salpimienta. Deja que la salsa se cueza lentamente unos diez minutos. Hace con cuidado el solomillo a la plancha, corta una rodaja de foie que asa por ambos lados sin degradarla, lleva la carne al plato y la recubre con cuidado con la salsa y con unas escamas de sal.

Alejandro empezó a conocer las cocinas a los 14 años "en el bar de tapas, juegos de cartas y tertulias de mi familia", dice él, situado en el pueblerino ambiente del barrio Las Zocas, San Miguel. Años después, cuando ya había errado lo suficiente como empleado por locales del Sur, abrió, en el mismo local de su infancia, su primera casa de comidas: El Lajar de Bello. Más tarde trasladó su negocio al cruce de La Camella, Arona, donde hoy tiene éxito sonado.

"En Las Zocas -dice Alejando Bello- comencé a llevar las riendas de la cocina de mi restaurante cuando creí entender, con pavor, que no era compatible ser restaurador sin ser cocinero. O que, al menos, si se daba esa circunstancia -la de no cocinar-, se corría el terrible riesgo de fracasar. Montar un restaurante como empresario novato y emplear cocineros y camareros tiene, por lo general, corta fecha de caducidad. Si no se tiene la suerte de hacerse a buenos profesionales, nobles y responsables, estos se hacen dueños de tu local".

"Damos por descontado -prosigue- que todos vemos esta calamitosa crisis de igual manera, pero no es correcto". Y se explica: "Así como muchos reciben los aguaceros con desánimo y otros lo hacen con júbilo, y unos pocos ahondan en sus beneficios, yo percibo la crisis actual como una fuerza que está obligando a los profesionales de la restauración a agachar las orejas, como los perritos sumisos. Los profesionales de la restauración están cambiando de actitud. La malhadada crisis está dejando, por lo menos, un saldo de reformas positivas en nuestro sector. Ya los profesionales no piden sueldos que ahogan a sus empleadores y ahora se cumplen las reglas normales que deben regir en nuestros establecimientos".

"La crisis económica está dejando, por lo menos, un saldo de reformas en la restauración", afirma el chef Alejandro Bello