"Voy a hablar sobre mi vida, mis obsesiones y mis pasiones, pero como es lógico no las voy a contar todas". La frase es del hispanista de origen irlandés Ian Gibson. La pronunció justo antes de iniciar ayer un diálogo en el Espacio Cultural de CajaCanarias en Santa Cruz con el periodista y escritor tinerfeño Juan Cruz. Este encuentro se enmarcó en la programación del Otoño Cultural de la entidad. El experto en Lorca, Dalí o Buñuel, un apasionado de la Península Ibérica y de su historia, se mostró simpático y cercano, pero se puso serio cuando afirmó rotundo: "España no avanzará nunca mientras no se resuelva el problema de las cunetas y de la memoria histórica".

"Ya son muchos años dando el coñazo", dijo Gibson en respuesta a las palabras del director de la Obra Social y Cultural de CajaCanarias, Álvaro Marcos Arvelo, quien lo presentó en el encuentro previo con los medios con un escueto: "Este señor no necesita presentación". Luego, el hispanista se refirió a la brevedad de su visita a Santa Cruz, "pero en estos tiempos todos tenemos mucha prisa".

Este corpulento y bonachón irlandés nacido en Dublín y nacionalizado español adelantó que está culminando la biografía de Luis Buñuel. "Me ha costado muchísimo -aclara- porque viajó mucho y ha sido complicada la financiación. Me ha quedado un primer volumen de seiscientas páginas y solo he analizado su vida desde que nació hasta el inicio de la Guerra Civil. Pero ya había rodado Un perro andaluz, la película más comentada de la historia del cine, o el documental sobre Las Hurdes y ahí estaban las bases de todo lo que hizo después. Mi mujer me dice que no quiere vivir con un biógrafo y le he dicho que ya tengo 73 años y que la de Buñuel será la última biografía porque cada una me lleva por lo menos diez años de vida. Se quedó tranquila".

Gibson valoró como "fantástico" el universo social y cultural de los años veinte y treinta del pasado siglo, representado simbólicamente por el triángulo artístico y vital formado por las figuras de Dalí, Lorca y Buñuel, que él ha estudiado en profundidad. "No solo en la Residencia de Estudiantes sino en todo Madrid, el Madrid de la Dictablanda de Primo de Rivera, que era un noctámbulo y un mujeriego, todo lo contrario que Franco, y eso ayudó a marcar cada época siendo dictadores los dos. Ahí estaba Pombo y su tertulia, por la que pasó lo más granado de la cultura europea de la época. Era el Madrid del Ateneo y de los refugiados tras la I Guerra Mundial o el inicio del régimen hitleriano".

"La historia oral no es fiable -argumentó el experto en la España del siglo XX- porque la gente cuenta lo bueno de sí mismo, no las barbaridades que ha hecho. He recogido testimonios en medio mundo y casi todos mienten. Anécdotas tengo miles. Solo digo que hay quien porfía que me conoció en Palma de Mallorca y nunca he estado allí. Me confunde con Hugh Thomas, Gabriel Jackson o Paul Preston, aunque no voy a convencerle nunca".

Republicano convencido y hombre de izquierdas, Gibson tiene claro lo que supone la memoria histórica para España. "Estoy deprimido y desilusionado por la evolución de este asunto. Si no se resuelve el problema de los cientos de miles de españoles que quedaron en las cunetas tras la Guerra Civil el país no avanzará en medio de un panorama internacional ya incierto de por sí".

"Esta es una derecha inmisericorde con respecto al franquismo. Habla de no remover odios ni reabrir heridas cuando no se han cerrado nunca. Es un error atroz y un proceder anticristiano porque hay que permitir a la gente recuperar a sus seres queridos. Si le hubiera pasado a mi abuelo, yo lo estaría buscando", valora Gibson.

No podía faltar la referencia a Federico García Lorca, cuya figura ha estudiado durante muchos años. "Es el desaparecido por antonomasia de la Guerra Civil porque se trata del mejor poeta español de todos los tiempos, gran embajador de este país. Y no lo están buscando, algo lamentable. Dicen en Granada que si está aquí o esta allí; metafóricamente, está en la luna porque era un poeta lunar, pero creo saber dónde se encuentra su cuerpo. Se ha olvidado su mensaje de amor al otro y de defensa de los más débiles, de los pobres, de los gitanos, de los negros, de los animales... Es patético que no se busque su cuerpo".

"No soy profeta ni economista, así que no sé qué va pasar con esta crisis", augura Gibson, para añadir: "Vamos a salir porque soy un hombre de fe, no en el más allá, sino en la potencialidad de este país. Creo en la res pública, en la sanidad o la educación públicas. España es un país único que espera a alguien que sepa tocar el instrumento adecuado. Pero también es un lugar complicado porque una parte habla de diálogo pero no acepta las tesis del otro y no se pide perdón ni se ofrece amor al prójimo aunque se predique".

Gibson anunció para acabar: "Volveré a la ficción y ya tengo el tema de una nueva novela".