Nací en Garachico y resido en Santa Cruz, donde cumplo, del mejor modo posible, con mi profesión de médico pediatra. Los viernes regreso a mi pueblo para estar con mis amigos de siempre hasta la tarde del domingo, cuando vuelvo a Santa Cruz. Esta semana me he enterado de una noticia preocupante relacionada con el hospital de mi lugar de nacimiento. Pero antes de entrar en el tema que me ha obligado a escribir estos renglones, quiero hacerles saber que mi padre pasó los últimos años de su vida en este establecimiento sanitario del que les hablo. Y los pasó rodeado de la comprensión, el cariño y la entrega de los cuidadores del centro y, muy especialmente, de las religiosas que cumplen allí su difícil misión desde hace treinta y nueve años. Religiosas que pertenecen a la orden de San Vicente de Paúl y que han sabido ganarse, día tras día y noche tras noche, el cariño y la admiración de todo un pueblo.

Me entero ahora de que las monjas se van. Mejor dicho, se las llevan. Como explicación me dicen que cada vez hay menos vocaciones y que nuestras religiosas están ya muy mayores. Entiendo las dos versiones, pero no puedo compartirlas porque se me antoja que se pretende vestir a un santo después de desnudar a otro. Y saco, además, la conclusión de que en este asunto se pretende seguir una corriente secular; a Garachico le corresponde siempre perder, pagar los vidrios rotos.

El hospital de la Concepción de mi pueblo, que no es solo un geriátrico, sino algo más, fue fundado en el siglo XVI. A través del tiempo ha sufrido serios altibajos, pero siempre ha conseguido salir a flote gracias a personas como las religiosas de San Vicente de Paúl que ahora trabajan en el centro. Y a otras personas como don Antonio Monteverde, don Adriano Afonso, doña María Teresa Montes de Oca, don Teodoro y don José María Velázquez, don Vicente Hernández... (todos ellos de una época anterior), y a los que vinieron después. Yo, con estos renglones, no pretendo culpar a nadie. Pero me hago unas preguntas. ¿Se han movido lo suficiente el actual patronato y el actual Ayuntamiento de la Villa y Puerto? ¿Han agotado todos los recursos a su alcance? El pueblo está indignado, pero no se atreve a hacer acusaciones porque no sabe quién ha tomado tan negativa decisión. Yo me limito a dejar en el aire este comentario. Y a la espera, claro está, de que alguien se digne a contestar a mis preguntas.

¡Ay, Garachico, cuántos latigazos has soportado a lo largo de tu historia!

José Ángel Martínez González

(Médico pediatra)