PUERTO RICO fue adquirido por los EEUU en 1898, una vez que se lo arrebató a España tras la pérdida de Cuba por el colonialismo español. En el año 1952, y en un litigio político que se estableció en contra de los que propiciaban la independencia del territorio, y encandilados por las ayudas norteamericanas, se convocó un plebiscito en el cual el 76 por ciento de la población decidió que Puerto Rico fuera considerado Estado Libre Asociado, y ahí puso, para conseguirlo, toda la carne en el asador el anexionista por excelencia, Luis Muñoz Martín.

Esta situación se volvió a consultar con la población en 1967, donde se seguía con la idea de continuar bajo el estatus de Estado Libre Asociado, lo que fue refrendado con el 60 por ciento de los votos, en contra del 0,6 por ciento de los que seguían manteniendo que era la independencia la que interesaba. Aún en la actualidad, y después de más de veinticinco años en que se ha solicitado la descolonización a la Asamblea de la ONU, que entiende de estos asuntos, ese deseo ha ido camino del cesto de los papeles, sin hacer caso a los que se empeñan en cambiar la situación político-administrativa actual.

La situación ahora de Puerto Rico permanece en una encrucijada tras una consulta realizada en medio de las elecciones en las que los portorriqueños eligieron a un nuevo gobernador, a alcaldes y parlamentarios, en la que se preguntó si querían seguir siendo Estado Libre Asociado, la independencia o lograr consolidarse como el 51 Estado de la Unión. El resultado obtenido, que no tiene carácter vinculante, puso en evidencia que el 53 por ciento, a la pregunta de "¿está usted de acuerdo con mantener la condición territorial actual?", dijo no. Y con referencia a la segunda pregunta, si se estaba de acuerdo con la estadidad, independencia, Estado Libre Asociado, el 62 por ciento de los puertorriqueños votaron a favor de la estadidad, o sea, que deje de ser un Estado Libre Asociado y se convierta en el Estado número 51 de la Unión.

La última palabra a este plebiscito, que no es vinculante, la tendrá el Congreso de Washington, que como siempre valorará las consecuencias económicas que tendrá esta incorporación para EEUU. Las cifras que actualmente tiene Puerto Rico de desempleo y de pobreza, las cuales tendrá que asumir el gobierno de los EEUU, no parece que sean un estímulo para que sea admitido como el 51 Estado. Se calcula sobre un 15 por ciento las cifras del desempleo y el ingreso per cápita anual es de 15.203 dólares, unos 12.000 euros, menos de la mitad del ingreso en el Estado más pobre de la Unión.

Por otro lado, el Partido Independentista, de carácter marcadamente soberanista y que propone esta situación que comanda su líder, Rubén Barrios, confía en que esta se logre, dado que una de las razones que esgrime es que cerca del 40 por ciento de la población no se manifestó en esta ocasión que mencionamos, y la interpretación que se le da es que es una manera de ir en contra de lo establecido y que lo que preconizan es la independencia, por lo que insistirán ante la ONU para la descolonización de Puerto Rico, aunque este territorio no se encuentre en el catálogo de pueblos a descolonizar.

Encrucijada, pues, donde la población, más que aparentemente, está por ser cogida de la mano de EEUU y convertirse en el 51 Estado, cuestión que aún está por ver, continuar tal cual o seguir peleando por la independencia con el apoyo, ahora exiguo, del 0,6 por ciento, que nada tiene que ver con el 24 por ciento que se obtuvo tiempo atrás, cuando el Partido Comunista apostaba por esa opción.

Sí que parece cierto que hay un amplio segmento de la población emboscada en un voto silente que puede, de manera imprevista, dar un vuelco a la situación, pero, o se manifiestan claramente, o todo quedará igual, o sea, no dándole satisfacción a los que preconizan la soberanía de Puerto Rico.