La segunda huelga general contra el Gobierno de Mariano Rajoy se desarrolló ayer conforme al mismo guion de la primera: un seguimiento irregular del paro laboral y una masiva afluencia de manifestantes a las calles. Canarias, una de las comunidades con menos éxito de la huelga, vivió, al final de la jornada, marchas protagonizadas por miles de ciudadanos que dejaron clara su negativa a "doblar la espalda" -lo decía una pancarta- ante los recortes sociales impuestos por el Ejecutivo.

No hay manifestación sin guerra de cifras, y las celebradas en las Islas no fueron una excepción. Los convocantes hablan de 100.000 participantes en Tenerife y de 150.000 en Las Palmas de Gran Canaria, mientras que la Delegación del Gobierno rebajó los datos hasta 30.000 y 20.000, respectivamente.

Lo cierto es que, cifras al margen, la estampa que ofrecían las calles de Santa Cruz impresionaba: cuando la cabecera de la marcha casi enfilaba la avenida de Anaga desde las Ramblas, quedaban aún manifestantes a la altura del cine Víctor. Y no desfilaban solo por la vía derecha, sino también por la rambla central e incluso por los carriles de la izquierda. El recorrido finalizó en la plaza de España tras más de dos horas.

"Busco mis derechos"

La extendida sensación entre la ciudadanía de que los recortes constituyen una agresión directa a derechos conquistados y consolidados durante años -"Busco mis derechos. ¿Alguien los ha visto?", rezaba otra pancarta- explica la heterogénea procedencia de los manifestantes: afiliados y dirigentes de los sindicatos, por supuesto, pero también estudiantes y jóvenes en general, familias con niños -uno, de apenas tres años de edad, portaba un cartel que decía "la mayor libertad es elegir nuestro modo de pensar"-, colectivos concretos perjudicados por la crisis y las decisiones de las administraciones -bomberos, trabajadores del Servicio Canario de Empleo, investigadores, docentes-, representantes de partidos políticos y hasta el equipo de gobierno de la Universidad de La Laguna (ULL) -con el rector Eduardo Doménech a la cabeza- casi al completo.

También los trabajadores de la sanidad pública se unieron a la iniciativa después de recorrer, en la llamada "marcha blanca", la distancia que separa los dos hospitales tinerfeños de la capital de la Isla.

Estuvo presente, asimismo, el espíritu del 15M, que parece haber impreso su huella en cualquier movilización ciudadana. Ya no se trata solo de esgrimir una reivindicación en particular, sino de exigir un cambio en el modo de hacer las cosas y en la relación entre las administraciones y los administrados, una voluntad de participación que se traduce en el cántico, coreado ayer de nuevo, de "lo llaman democracia y no lo es".

Si en las calles de Santa Cruz no se registraron incidentes -al margen de la oposición de algunos a la lectura del manifiesto y a la exposición de demandas particulares-, no ocurrió lo mismo en Las Palmas de Gran Canaria, donde un grupo de unas 70 personas arrojaron piedras, palos, metralla y petardos a agentes de la Policía Canaria, según fuentes de este cuerpo, y rompieron cristales del Ayuntamiento y una entidad bancaria, según fuentes del cuerpo de seguridad autonómico. Dos de los cabecillas fueron detenidos.

"Sin unidad es imposible"

Alejandra fue despedida hace dos meses de la empresa constructora en la que trabajaba desde hacía 22 años. Acudió a la manifestación de Tenerife convencida de que hay motivos "más que suficientes" para movilizarse. "Debemos estar unidos; si no, es imposible", decía antes de señalar a los culpables de la situación: "Políticos y banqueros, a la cárcel".

"La situación es insoportable"

"No se puede aguantar más esta situación", afirmaba Adrián, estudiante y parado que pretende "labrarse un futuro" y siente que no le dejan. Es la primera vez que asiste a una manifestación, pero por su actitud da la sensación de que no será la última. Trató de incorporarse al mercado laboral cuando la crisis ya arreciaba, y en su currículum solo hay trabajos temporales y precariedad.

"Soy joven y no me dan trabajo"

Amalia se reconocía "asombrada" ante la afluencia a la marcha de Santa Cruz. Lleva año y medio en paro. "Soy joven y no me dan trabajo. Lo que te ofrecen es una vergüenza", se lamentaba. No tiene ingresos y se queja de las dificultades para acceder a ayudas públicas. Pese a todo, no cae en el pesimismo y espera que las movilizaciones den sus frutos.