La XXVII Semana de Teología ha arrancado este lunes en el Seminario Diocesano de La Laguna. Esta cita teológica de tres días, organizada por la ULL y el ISTIC, se concentra ante el tema "Teología: fe y creatividad". El director y ponente de este encuentro interdisciplinar inmerso en el Diálogo Fe-Cultura es el doctor Ángel Cordovilla, profesor de Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Comillas. Durante el día de hoy, tendrá lugar la clausura de estas jornadas y Cordovilla la cerrará con su intervención "Benedicto XVI y el Año de la Fe: el tercer momento de su pontificado". En esta entrevista, este profesor regala esta fórmula: "En tiempos de crisis hay que hablar de psicología positiva y creatividad".

¿En tiempos de crisis, psicología positiva y creatividad?

Es exactamente de lo que hay que hablar en tiempos de crisis, donde tenemos la tentación de ver todas las cosas negativas y caer en una especie de depresión colectiva. Es más necesario que nunca tener esa actitud del espíritu humano que afronta los problemas y las crisis como posibilidades de cambio y transformación. Para esto, es evidente que hay que hacer un gran esfuerzo de creatividad. Es muy iluminadora la experiencia de Israel. El momento de mayor crisis en la época del destierro en los siglos VI y IV antes de Cristo significó, a su vez, el de mayor creatividad, donde fraguó lo que conocemos como Antiguo Testamento.

¿Es permisible esta afirmación: "A esta sociedad le falta no solo fe, sino creatividad para crecer". ¿Son complementarias ambas?

En realidad, son la misma cosa. Si creer es el acto del ser humano que desde la totalidad de su existencia personal y desde lo hondo de su corazón se abre a una realidad que le desborda y le supera infinitamente y que en la salida de sí acepta que ella sea el fundamento de su vida, Padre, reconociendo a su vez que es la realidad amorosa, que le salva definitivamente arrancándole de la muerte y del sin sentido, Hijo, otorgándole así futuro absoluto en la esperanza de un destino feliz y pleno, Espíritu, entonces, si eso es creer, se le abre al ser humano todo el horizonte necesario para el ejercicio de la creatividad. Fe y creatividad son, en el fondo, realidades coextensivas.

¿Qué se pretende desde la fidelidad a la fe?

Mostrar la otra cara de la creatividad que es la fidelidad. No hay creatividad sin fidelidad al origen, a la identidad, al comienzo normativo. Ya sea en el orden personal o institucional, la fidelidad es fundamento de creatividad. Ambas perspectivas se determinan mutuamente. No puede haber fidelidad a una realidad viva si no es desde una recepción siempre abierta y creativa a esa realidad. Si no es así, la fidelidad termina en inmovilismo pétreo, que no respetaría, en el fondo, la fidelidad a esa realidad. Parece una contradicción, pero es así. Para ser fieles, hay que recibir la tradición con creatividad. Pero tampoco es pensable una creatividad tal que se desvincule totalmente del origen normativo, pues, así, no tendríamos capacidad para reconocernos en esas nuevas formas creadas de una forma arbitraria por nosotros. La fidelidad a la fe es la fidelidad a quien está en el origen como fundamento y futuro de la Iglesia. Esto implica una creatividad fiel y una fidelidad creadora.

¿Cuenta la sociedad creyente hoy con la valentía necesaria para hacer lo que Benedicto XVI propone: revisar la fe?

Sí, y, además, no nos queda más remedio. Por el desafío que nos lanza la sociedad actual a la pretensión de verdad de la fe cristiana, que nos provoca a creer de una forma más personal, libre y auténtica; y por la necesidad que tenemos de reformar nuestras estructuras pastorales para realizar mejor la única misión de la Iglesia, que es el anuncio del Evangelio e invitar a los hombres a la fe en Dios de una forma bella y creíble. Precisamente para esto, ha convocado Benedicto XVI este año de la fe y el Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe. Si el papa, con 85 años, tiene este coraje y valentía, ¿podemos quedarnos los demás sin entrar a este desafío?

¿Y después del Año de la Fe?

Deberemos hacer lo mismo. El desafío actual es tan grande y tan nuevo que, en realidad, pasaremos algún tiempo sin encontrar las soluciones totalmente adecuadas. La crisis de fe no es de contenido, ni de falta de testimonio, ni de buena voluntad. Afecta a la raíz última del ser humano y la cultura en la que vivimos. Es una cuestión de gramática de la fe o de tejido cultural de fondo que antes teníamos, pero que ahora ha desaparecido. Esto no se crea ni reconstruye en un año. Necesitamos tiempo. Sería un error hablar en este año mucho de estas cosas y pasado este, olvidarlo todo.