Por sus manos han pasado la España de Sor y la de Albéniz, las suites de Bach y los tangos de Piazzolla, losconcerti de Vivaldi y las sonatas de Scarlatti, los ritmos afrocubanos y el "Concierto de Aranjuez". Con la célebre obra de Rodrigo, Manuel Barrueco viajó hace ocho años por Alemania en compañía de Víctor Pablo Pérez y la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Ahora, el guitarrista cubano nacionalizado estadounidense se reencuentra con el maestro burgalés y la agrupación tinerfeña. El pretexto musical, la suite del ballet "Medea", de Manolo Sanlúcar, que esta noche se presenta en Tenerife como parte de un concierto que comenzará a las 20:30 horas en el Auditorio de Santa Cruz, donde también podrán escucharse "Manfred", de Xavier Montsalvatge, y la Sinfonía nº 15 de Dmitri Shostakovich.

Barrueco salió de Cuba a los quince años con rumbo a Estados Unidos. Allí emprendió una carrera que lo ha llevado a convertirse en uno de los grandes virtuosos mundiales de la guitarra; su cátedra es hoy una de las más respetadas del ámbito académico norteamericano y a ella acuden, cada año, alumnos procedentes de todas las partes del mundo. Llevado por su afán de independencia, el artista nominado cuatro veces a los Grammy creó en 2007 su propio sello, TonarMusic, que sacará al mercado la grabación de "Medea", registro que se llevará acabo mañana, sábado, en el Auditorio.

En su amplio repertorio para guitarra hay también transcripciones realizadas desde otros instrumentos como el laúd o la viola da gama. En términos profesionales, ¿alguna de vez se sintió tentado de cruzar la calle, para visitar a esos "vecinos"?

Bueno, hacer la "Medea" de Sanlúcar es también una forma de cruzar la calle, corriendo, además, el riesgo de quedar en medio y ser arrollado (ríe). El único registro que hay de la obra es del propio Manolo y suena muy flamenco. Conmigo es como si le hubieran puesto un frac. No tanto como para perder su esencia flamenca, pero sí con ese pulimento clásico del concierto tradicional.

Amplificación: ¿sí o no?

En la actualidad, con los equipos de que disponemos, no tiene sentido no hacerlo. En aquellos conciertos de música clásica en los que se evita amplificar el instrumento solista, la orquesta debe sonar muy suave y el guitarrista tocar muy fuerte, de lo contrario no se le oye y, al final, salen perdiendo todos, también el público. Si recurres a los equipos actuales, no tienes por qué sonar "amplificado". Cuando uno tiene delante un micrófono o herramienta de amplificación esta se convierte en una extensión del instrumento, por lo que, si el equipo no es eficaz, aunque tengas la mejor guitarra del mundo, nunca vas a sonar bien. En resumen, abogo por amplificar, pero hay que saber hacerlo.

¿Por qué tiene todavía tan mala prensa la guitarra entre algunos melómanos? ¿Tal vez por ser un instrumento ajeno a la cultura anglosajona?

Es justo decir que la guitarra no tiene el estatus del violín o el piano, instrumentos con una trayectoria y tradición más largas. Quizá por eso no sea tan valorada, por eso y porque los guitarristas, como los arpistas, pasamos mucho tiempo encerrados en un cuarto; así que nos creamos hábitos y hacemos cosas que fuera no funcionan. El repertorio es muy bello, pero debemos tener cuidado al elegir las obras programadas, ya que no todas poseen interés para el público. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, hay que señalar que dos de los guitarristas más afamadas de las últimas décadas proceden del mundo anglosajón: John Williams y Julian Bream. Y creo que precisamente en España es donde no se aprecia tanto la guitarra como se debiera. Los programadores deberían pensar que quienes hacen turismo cultural no vienen a España a escuchar a Beethoven, sino aquellas obras e instrumentos propios de su cultura.

Su privilegiada posición de solista lo ha llevado a estrenar e interpretar obras de grandes compositores, entre ellos el cubano Leo Brouwer. ¿Mantiene relación con él?

He interpretado obras suyas, pero hace años que no toco su música. Desafortunadamente, lo que está pasando en Cuba se extiende y se filtra hasta lugares insospechados, interponiéndose entre personas y afectando a sus relaciones. Tengo con Brouwer una relación cordial. Yo salí de Cuba en 1967; Leo, en cambio, está muy vinculado a aquello. Son las nuestras mentalidades muy diferentes. No es que no pueda tener amistad con alguien del que disienta, pero...

¿Cómo se perciben desde la comunidad cubana de Estados Unidos los lentos cambios que se están produciendo en Cuba, ¿con esperanza o escepticismo?

Por mi parte, con escepticismo. Tal vez los más jóvenes puedan albergar alguna esperanza, no así quienes viven en el exilio desde hace mucho tiempo. Para mí la solución al problema de Cuba es muy fácil y se resume en una palabra: democracia. Pero no creo que se vaya a llegar a ella en un plazo cercano, no mientras vivan los "dos hermanos".