Tal día como hoy, hace ocho años, el tinerfeñismo despidió para siempre al que sigue siendo considerado su mejor presidente, José Javier Pérez. Uno de sus hombres de confianza, el jefe de prensa de la entidad desde 1993 hasta el relevo del consejo de administración en 2003 -con un paréntesis a finales de la década de los 90-, recuerda al dirigente que guió a la entidad durante dieciséis temporadas. José Antonio Pérez, ahora jefe de prensa del Cabildo Insular, vivió de cerca la etapa más exitosa y también la menos afortunada del histórico mandatario.
En el aniversario del fallecimiento de Javier Pérez, ¿qué recuerdo guarda del presidente con el que trabajó tantos años?
Lo primero que me gustaría decir es que lo echo mucho de menos. Además de ser una persona muy preparada, me pareció alguien muy ambicioso, y en la vida hay que serlo para poder alcanzar los objetivos que te propones, siempre dentro de un orden. Javier Pérez tuvo los sueños de grandeza que podemos albergar todos, pero él buscó la manera de llevarlos a cabo. Para ello intentó rodearse de la gente apropiada y levantó los cimientos para construir luego el edificio. Esa manera de cumplir los sueños es necesario en una sociedad que ahora está de capa caída.
Lo conoció en su faceta como periodista y luego como miembro de su equipo de trabajo. ¿Le pareció la misma persona?
Mi relación con Javier fue buena cuando estuve en los medios de comunicación. Siempre me pareció un poco atrevido, pero al entrar al club me di cuenta de que tenía sus razones para ser así. Y lo demostró. Llegué al club en 1993 coincidiendo con la primera experiencia en la Copa de la UEFA. El equipo venía lanzado y la mayor parte del mérito fue suyo. Conocerlo bien fue un honor y un orgullo. Recuerdo que cuando me ofreció ser jefe de prensa, primero le dije que no. Pero Javier se empeñó en ficharme. Su capacidad de convicción era sorprendente.
¿Cuáles son sus anécdotas favoritas relacionadas con Pérez?
Tengo muchas, pero me quedo con las que tienen que ver con su perfil humano. Destacaría que fue una persona muy atenta y cariñosa. Mi boda coincidió con un partido en casa con el Rayo Vallecano. Perdimos por 1-2 y el martes siguiente tocaba visitar Rotterdam, en la UEFA. Javier estaba amargado por la derrota, pero no dejó de cumplir su palabra y asistió a la ceremonia. Pero hay más detalles que ponen de relieve su calidad humana. Como la vez en que llamó directamente a mi mujer para animarla por un lance triste que había vivido. Aparte de eso pude vivir un sinfín de momentos a nivel profesional, discusiones, días de alegría, de mucha tristeza...
¿Cree que los aficionados llegaron a conocer esa cara de Pérez?
Primero estaba el personaje público, pero los que lo pudimos conocer bien sabíamos que detrás de aquel hombretón que dirigía el club había una persona muy sensible, algo propio de su verdadera profesión, la de ginecólogo. Javier fue alguien que se emocionaba, que lloraba y que reía, que se enfadaba muchas veces y que ponía calma cuando los demás estaban contrariados por algún motivo.
¿Fue un dirigente irrepetible?
Espero que no. Me gustaría que aprendieran de él, de su ambición, y que se quedaran con lo positivo de Javier, que es mucho. Ojalá alguien coja el testigo que dejó, porque este club lo merece por su entidad y también por su historia.
¿Considera que el tiempo ha hecho justicia a su obra?
Pienso que el paso de los años lo ha hecho más grande, porque el Tenerife ha ido hacia abajo. Miguel Concepción consiguió subirlo a Primera, pero tuvo mala suerte con los dos descensos seguidos. Miguel tiene ambición, pero le han salido mal las cosas. Espero que alguien iguale la figura de Javier Pérez.