A la vista del estado de abandono en el que se encuentra el lagunero templo de San Agustín, cabe preguntarse aquello de ¿qué fue primero, las ruinas o las gallinas?

Por que a pesar del infausto incendio; una colecta pública derivada a otros fines; desafortunadas intervenciones en el solar y un inconcluso concurso internacional de ideas -con un proyecto pendiente de abonar y ejecutar-, el esqueleto del edificio permanece aún enhiesto, fiel testigo de las flaquezas humanas.

La iglesia se vio afectada por el fuego el 2 de junio de 1964, desplomándose la techumbre y quedando la estructura a la intemperie hasta la actualidad y, acaso, por los siglos de los siglos.

Lo cierto es que después de aquella tragedia, el espíritu solidario promovió la inmediata recogida de fondos para la reconstrucción del templo, un símbolo para los laguneros, pero fue el entonces obispo de la Diócesis, Franco Gascón, quien determinó que el dinero recolectado se empleara en la construcción del Seminario de La Verdellada.

Posteriormente, en 1985, el purpurado cedió la iglesia y la residencia aneja a la orden de los Hermanos Bethlemitas quienes, el 22 de marzo de aquel año, cometieron el grave error de dar entrada a una pala mecánica para que hiciera limpieza de los escombros, destruyendo las losas de mármol de los enterramientos, entre ellos los de personajes ilustres.

En marzo de 2005, el Ayuntamiento lagunero convocó un concurso internacional de ideas para la Rehabilitación Integral del Complejo de la Iglesia de San Agustín y su Entorno, al que se presentaron un total de veintisiete proyectos. Pero, claro está, hay quienes afirman que estos concursos de ideas se convocan, precisamente, con la intención de no hacer nada y, a la vista de lo que ha sucedido, llevan algo de razón.

La propuesta ganadora fue la del equipo FAM, donde estaba integrado el joven Esaú Acosta. Sesarrolló un proyecto que conservando los muros, las columnas y los arcos, cubriría todo con lamas de madera que darían al sitio una luz de atardecer. En el edificio de la iglesia y el anexo ocupado por los Betlehemitas se preveían espacios para hemeroteca, fonoteca, salas de audiovisuales, salas de trabajo y zonas de descanso, dispersión y expansión. También se establecía en el proyecto ganador la existencia de una escuela de arte, ubicada al oeste del instituto Cabrera Pinto, y una cafetería-tienda

Ante el retraso en la ejecución del proyecto, las "fuerzas vivas" laguneras plantearon en su momento que las ruinas albergaran un museo de la Semana Santa.

A día de hoy, en el conocido como Patio de los Cipreses habita un grupo de gallinas, arropadas por el correspondiente gallo, una escultura con la imagen de una Virgen y pequeños canteros, ejemplo de un proyecto "sostenible".

Dorta: "No es prioritario"

La concejal de Patrimonio, Julia Dorta, explica que el proyecto "está ahí", pero por su coste de momento se ha convertido en irrealizable. "No se trata de un proyecto de una gran complejidad, pero hay que disponer de financiación y, ahora mismo, las necesidades de esta ciudad son otras. Ahora no es un proyecto prioritario". Ni siquiera es posible acometer la consolidación de las columnas y el tarimado de un piso, actuación que se eleva a la cantidad de 1,5 a 2 millones de euros.

Ver, oír, leer y hablar

La intervención en las ruinas y el entorno de la Iglesia de San Agustín (s XV) plantea un espacio de mediateca, una propuesta con la que se pretende resolver la falta de lugares de investigación, de utilización de medios audiovisuales, y que, en consecuencia, supla la necesidad que existe entre los vecinos de La Laguna de un lugar para la cultura. El proyecto plantea recuperar el espacio interior de la ruina a modo de gran plaza cubierta por un plano de lamas de madera como mínima expresión de una actuación que intenta resaltar la construcción en piedra de la ruina existente. El programa se organiza en cuatro bloques; mediateca, escuela de arte, cafetería-tienda y conferencias. La conclusión, un espacio para ver, escuchar, leer y hablar.