Estamos en Navidad. s época de desearles los mejores deseos de paz y prosperidad a los hombres de buena voluntad. Paz y amor a los patriotas, pero no a los sinvergüenzas ni a los granujas que matan niños dejándolos morir de hambre porque prefieren malgastar el dinero público, hoy más escaso que nunca, en contratar asesores y financiar periódicos nada críticos con ellos ya que forma parte de la condición del vasallo lamer la mano de su amo. Tampoco nos sale del corazón desearles paz y prosperidad a los que denuncian por sistema a quienes, haciendo uso de un legítimo derecho y deber de cualquier demócrata, denunciamos sus desmanes.

Nos referimos a los tiranos, incluidos los virreyes y virreinas que lucen mantilla y peineta, prendas pertenecientes al más rancio guardarropa de los españoles que nos colonizan desde hace casi seis siglos y que, si fuera por esos tiranos, perpetuarían durante seis siglos más las penurias del sufrido pueblo canario. A estos virreyes y virreinas, zares y zarinas, no les deseamos la paz sino el exilio. Que gocen la paz en el exilio, si quieren, pero no en Canarias rodeados por un pueblo al que tanto han engañado y traicionado.

n estos días de Navidad queremos congraciarnos con todo el mundo pero no con esos; a esos solo les deseamos que se marchen de las Islas y que sean felices si pueden serlo pese a los remordimientos de conciencia, pero no en este Archipiélago en el que tantas penas han sembrado. Muchas familias canarias no podrán tener unas navidades felices por la miseria que ha ocasionado este matrimonio rumano.

No somos nosotros quienes tenemos que congraciarnos con ellos; son ellos los que le deben pedir perdón al noble pueblo canario, al que tanto han perjudicado. Deben implorar clemencia a tantos y tantos compatriotas nuestros que han sido víctimas de su despotismo. Una vez que se hayan disculpado de rodillas, deben partir de inmediato hacia el destierro, donde, insistimos, no nos importa que sean dichosos porque en lo personal no les deseamos ningún mal, pero como políticos deben desaparecer de estas Islas cuanto antes porque han traicionado al pueblo, a todos los ciudadanos que confiaron en ellos, diciendo que son nacionalistas cuando en realidad nunca lo han sido.

n cambio, para los nacionalistas que sí lo son, para los auténticos patriotas, paz en la tierra.

Paulino Rivero y su esposa han perjudicado a los canarios para satisfacer sus ansias de poder; para disfrutar del poder y quién sabe si lo han hecho también por otros intereses menos confesables. Nos dicen que ninguno de los dos va a estar estas Navidades en Canarias sino en Madrid. ¿Harán también algún viaje a México? Por nuestra parte pueden ir a donde les dé la gana, siempre que no regresen. Madrid nos parece demasiado cerca para su exilio permanente, aunque la capital española -es decir, la sede de las más altas instituciones del país que nos coloniza- se encuentre nada menos que a 2.000 kilómetros del Archipiélago.

Tampoco cabe desearle felicidad al pájaro tatarita de Las Palmas que arremete contra las personas decentes porque a él le molesta la decencia y el decoro. No merecen ser felicitados ni él, ni quienes lo protegen, incluso vistiendo la toga. Sí nos merecen toda la consideración del mundo nuestros lectores. Siguen llegando a esta Casa centenares de felicitaciones en las que, aprovechando las fechas en las que estamos, nos desean lo mejor y nos dan las gracias por nuestra línea editorial en defensa de la libertad de Canarias, al igual que lo hacen por los contenidos de L DÍA y su nuevo diseño. A todos ellos les agradecemos la confianza que mantienen hacia nuestro periódico. No en vano nuestros ideales encarnan lo mejor para Canarias, pues deseamos que los isleños recobren cuanto antes una libertad que perdieron hace mucho tiempo. Libertad, identidad y dignidad; esa es nuestra trilogía para nuestra tierra.

Paz y prosperidad; una prosperidad que será enorme apenas alcancemos el estatus de nación soberana con su estado, porque a partir de ese momento seremos dueños por completo de unos recursos que hoy rapiñan quienes nos colonizan, con la anuencia de Paulino Rivero y sus secuaces políticos. Confiamos en que pronto celebraremos unas Navidades sin estar sujetos a spaña, y tampoco a Marruecos, sino a nosotros mismos. se será el cenit de nuestra dicha.