nos acusa uno de nuestros apreciados colaboradores de tergiversar la historia cuando hablamos de España y de Canarias, pues hay que diferenciar España, un país europeo, de Canarias, un archipiélago africano que no es España entre otras razones porque está a 1.400 kilómetros de las costas españolas y nada menos que a 2.000 de Madrid. En cierta forma, tiene algo de razón este colaborador pero no toda porque un periódico es un producto de hoy para mañana. Por eso hay que confeccionarlo con rapidez sin que muchas veces sea posible, y hasta conveniente, medir al milímetro los hechos históricos que se incluyen en un artículo de opinión e, inclusive en un comentario o en un editorial. EL DÍA no es una enciclopedia y mucho menos un libro de historia de España. EL DÍA, insistimos, es un periódico diario que en repetidas ocasiones utiliza eufemismos en sus textos de opinión, aunque no en los de información porque la noticia ha de ser exacta.

Un producto que se hace de ahora para después, insistimos en ello, no es una tesis doctoral; no es algo académico. o podría serlo aunque lo quisiéramos quienes nos ocupamos de no faltar ni un solo día a la cita con los lectores, ya que salimos a la calle cada mañana 362 de los 365 días que tiene un año. Muchas expresiones son cortas y carentes de esa sesuda profundidad académica a la que nos referimos porque están destinadas a un lector que tampoco tiene toda la mañana para leer y analizar exhaustivamente cada artículo que publicamos, todos ellos muy buenos.

Dicho esto, ¿qué nos importa a nosotros la historia de España? ¿Por qué se estudiaba la historia de España a la fuerza en el bachillerato, sin que a los alumnos se les relatara al mismo tiempo la vileza cometida por los castellanos cuando conquistaron estas Islas hace casi seis siglos? ¿Por qué durante tanto tiempo ha sido más importante en Canarias la historia del país que cometió un genocidio con nuestros antepasados, que la propia historia de estas Islas? Pues, porque Canarias no es un país libre sino una colonia, y a los territorios coloniales hay que privarlos de su pasado. Esa es la mejor forma de arrancarle a un pueblo su personalidad. Y un pueblo despersonalizado y sin orgullo es terreno abonado para la narcosis colectiva. El mejor ejemplo de lo que decimos lo tenemos en nosotros mismos, ya que sin esa adormidera hace tiempo que los isleños se habrían echado a la calle para exigir la retirada del invasor y también, por qué no, la dimisión y el destierro -aunque antes tendría que sufrir penas de prisión- de Paulino Rivero. Al no tener ni libertad, ni identidad ni dignidad, estamos en manos de los españoles para que hagan con nosotros lo que les apetezca.

Queremos decirle al señor Clar que es un colaborador admirado en esta Casa por su claridad de exposición, por su sentimiento español y por su reconocida ética y seriedad. Lo apreciamos como persona y nos sentimos orgullosos de que su firma aparezca en nuestras páginas. o obstante, lamentamos que no nos comprenda. o hace mucho trató de justificar el indebido "gran" en el nombre de la tercera isla. A punto estuvimos de rebatirle sus planteamientos. o obstante, pensamos que no hacía falta insistir en argumentos que hemos expuesto muchas veces. El "gran" es producto, lo repetimos, de una confusión de "Gran" con "grande" en "Le Canarien"; una obra que relata el intento de conquista de Canarias protagonizado a comienzos del siglo XVI por Gadifer de la Salle y Jean de Bethencourt. Posteriormente dos sacerdotes ignorantes confundieron la "G" mayúscula con la "g" minúscula para convertir una isla que suponían grande, ya que aún no se conocía como era exactamente Tenerife, en la indebida "Gran" actual.

o consideramos oportuno, como decimos, rebatir al señor Clar. Sí lo hacemos ahora porque en el artículo en el que nos acusa de falsear la historia dice que los musulmanes fueron unos invasores a los que hubo que derrotar y expulsar del territorio hispánico. ¿Y qué es lo que pretendemos hacer los patriotas canarios con quienes invadieron Canarias hace 600 años? Sencillamente deseamos expulsarlos de esta tierra, al igual que hicieron los españoles con los musulmanes. ¿Tenemos menos derecho a recuperar nuestro país del que tuvieron los españoles a reconquistar el suyo?