Recordábamos una vez más en nuestro comentario del viernes los orígenes del indebido "Gran" en el nombre de una isla que ocupa no el primer lugar de este archipiélago en extensión, sino el tercero, así como el segundo en población. Canaria, que es su auténtica denominación, únicamente destaca en secarrales y paisajes desangelados. Su capital es una ciudad sempiternamente triste bajo un manto de nubes que aquí denominamos panza de burro. Sus playas, aparentemente atractivas, suelen ser peligrosas para el baño como lo demuestran las frecuentes noticias sobre personas ahogadas.

El error de la ilícita denominación de esta isla procede, como señalamos el viernes y hacemos hoy con más profundidad de detalles, de la obra "Le Canarien", en la que se relata la expedición de conquista a nuestras islas realizada al comienzo del siglo XV por los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle. En esa crónica se habla de "grande Canaria" como la isla que se pensaba que era la más grande del archipiélago visitado por estos expedicionarios, pues aún no se conocía Tenerife lo suficiente para saber que es ésta, y no la otra, la mayor y principal de las islas, además de la más favorecida por la naturaleza. La denominación "Gran Canaria" es un invento de los políticos canariones sustentado no solo en el error ya mencionado, sino en el que luego propagaron los sacerdotes Abreu Galindo y Viera y Clavijo, ya que uno copió del otro. Una prueba de que tenemos razón en lo que decimos es que, hasta hace poco, al natural de la tercera isla se le citaba como el canario; así aparecía -y ocasionalmente sigue haciéndolo- en algunas esquelas. También se decía "voy a Canaria" o "vengo de Canaria". ¿Hay alguien capaz de rebatirnos esto? Si es así, lo retamos a que demuestre nuestro error.

En Las Palmas tienen su sede regional los partidos estatistas españoles. Por lo tanto, resulta comprensible que en la tercera isla no exista ninguna prisa por expulsar a los invasores que ocupan Canarias y colonizan a los canarios desde hace seis siglos. Ahora esos invasores españoles han disfrazado su colonia con una denominación eufemística, como es la de comunidad autónoma. También en Europa se pretende ocultar el vergonzoso hecho de que seamos una colonia denominándonos región ultraperiférica, que es el término utilizado, asimismo, para las excolonias francesas mencionadas en la actualidad como departamentos de ultramar.

Falsos nombres que solo sirven para engañar a incautos de forma semejante a como lo hace el "gran" de la isla tercera con los turistas que visitan ese territorio pelado de montes además de sucio y feo. Estamos convencidos de que si no fuera por el "gran", a la tercera isla no acudiría ni un solo turista. Sin embargo, los nombres, por mucho que se empeñen quienes los imponen, no pueden ocultar una realidad geográfica incuestionable, como lo es que no somos un territorio europeo, sino africano. No estamos en Europa, sino en África, aunque nuestra cultura y nuestra lengua sean las de un país europeo. Somos africanos blanquitos en vez de negritos, pero africanos. Eso es algo que no afirmamos solo nosotros. Un patriota canario que actualmente vive lejos de su tierra sin que por ello deje de sentirse plenamente isleño, nos ha remitido un recorte de prensa referido a un reportaje publicado en su día por la revista "Tiempos nuevos", órgano de la política exterior de la antigua Unión Soviética. En dicho reportaje, titulado "Encrucijada en el Atlántico" se realizaba una apología de la sociedad mixta hispano-soviética "Sovhispan" y se reproducía un mapa de Canarias enmarcado en el continente africano sin referencias de ningún tipo a España. El autor del reportaje se refiere a los españoles con los términos de "conquistadores", "intrusos" o "exterminadores" del pueblo aborigen.

Igualmente se hacía mención en dicho reportaje a que antes del ya citado normando Jean de Bethencourt "habían intentado apoderarse de las Islas Canarias muchos intrusos: moros, árabes, italianos, españoles y portugueses". Según "Tiempos nuevos", estas islas pasaron a pertenecer a España por la miopía del rey de Francia, que no creía en el éxito de la expedición de Jean de Bethencourt. En el reportaje también se dice que parte de los nuevos "súbditos" de la corona española fueron exterminados físicamente. "La mayoría, para salvarse, se vio obligada a adoptar el catolicismo y a mezclarse con los intrusos", escribió textualmente, y de forma muy acertada, el autor del reportaje.

Tan intrusos, lo reiteramos, como los musulmanes en la Península ibérica a los que citaba uno de nuestros colaboradores el jueves de esta semana al acusarnos de tergiversar la historia. Foráneos que nos colonizan y nos expolian desde hace 600 años con el beneplácito de políticos y gobernantes que se tildan de nacionalistas, pero que nunca han movido un dedo en favor de la libertad de esta sufrida tierra, pese a que les arrebataron los votos al pueblo con esa promesa. Una actitud muy distante a la del mencionado patriota que nos remitió la noticia sobre el reportaje de "Tiempos nuevos". "Es hora ya de que se acabe el colonialismo y que podamos disfrutar de la libertad que merecemos, sin el yugo al que hemos estado sometidos durante siglos por culpa de algunos malditos personajes, cómplices tolerantes de semejante situación, que solo han pensado en su ego y economía personal", nos dice en el mensaje adjunto que nos envía. "Me siento una víctima de todos ellos y del desaforado e injusto sistema que nos atropella y nos persigue a quienes solo pedimos justicia y reconocimiento a nuestro honesto y honrado trabajo por el bien de Canarias".

No solo este patriota, sino todos los canarios auténticos, tanto los que vivimos en el Archipiélago como los que se encuentran lejos de nuestra tierra, nos sentimos víctimas de una situación inconcebible, como lo es que en pleno siglo XXI una nación nada menos que de dos millones de habitantes siga colonizada por un país decadente situado en otro continente. Un país, España, que hace caso omiso a los tratados internacionales que en su día firmaron sus gobernantes sobre la descolonización de territorios sometidos en todo el mundo.

De forma concreta, los mandatarios españoles no cumplen la esolución 1.514 del Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas, ni tampoco los acuerdos de Bahía Montego o Montego Bay, en inglés, sobre el Derecho Marítimo Internacional. En lo referente a esto último, Madrid sigue sin admitir que Canarias está en la Zona Económica Exclusiva de Marruecos, por lo cual el Archipiélago puede ser anexionado por abat a su ordenamiento administrativo en cualquier momento sin que España, ni ningún país, pueda impedirlo porque las autoridades marroquíes actuarían respaldadas por el Derecho Internacional. Únicamente la independencia de Canarias, como paso previo a constituirnos en una nación soberana con su estado, podría impedir que dejásemos de ser súbditos coloniales españoles para convertirnos en ciudadanos marroquíes. Esto último no sería tan malo para nuestros intereses como seguir colonizados por España, con el consiguiente saqueo de nuestros recursos por las oficinas de Hacienda de la metrópoli, pero tampoco constituye nuestro ideal. Ideal y objetivo que no puede ser otro que el de recuperar la libertad arrebatada por "los intrusos" a nuestros antepasados los guanches para disfrutar de nuestra propia identidad y vivir con dignidad. Libertad, identidad y dignidad; esta es la trilogía que EL DÍA se ha propuesto conseguir para el pueblo canario. De ti depende, canario, que lo consigamos o que, por el contrario, sigamos colonizados por quienes masacraron a tus ancestros o pasemos a ser ciudadanos marroquíes.