El desmantelamiento de un grupo organizado de traficantes de droga y la incautación de 1.224 kilos de hachís es noticia. Pero lo verdaderamente curioso es que, con el seguimiento a dicha red, se haya descubierto una armería clandestina en el barrio de la Cuesta de Piedra, en Santa Cruz de Tenerife, que paralelamente también funcionaba como galería de tiro y taller para trucar pistolas, revólveres, escopetas de caza, rifles o carabinas.

Dos de los detenidos el pasado 12 de diciembre en la costa de La Laguna durante el desembarco de un cargamento de hachís llevaban dos pistolas (una pequeña y dorada) compradas en dicha tienda clandestina.

Fuentes de la Policía Nacional reconocen que, aunque hasta ahora no ha aumentado la violencia entre "narcos" y "paleros", pues no consta un incremento alarmante del uso de armas de fuego con muertos para dirimir diferencias, sí se aprecia un aumento de las medidas de autodefensa para repeler ataques violentos. ¿Qué lleva a los narcotraficantes a elevar su nivel de autoprotección para efectuar el traslado o la custodia del hachís? Pues las brutales palizas o amenazas que pueden recibir por parte de personas muy agresivas que tienen su negocio en robar estupefaciente bajo cualquier circunstancia y venderlo (el beneficio es doble, pues obtienen suculentos ingresos sin tener gastos).

Un ejemplo de estas situaciones se produjo en mayo del 2011 en Arico, cuando dos hombres resultaron heridos graves por disparos durante la sustracción de un fardo de 42 kilos de hachís. Según declaró el autor de los tiros a la Guardia Civil, una de las víctimas lo apuntó con un revólver del calibre 38 para sustraerle la droga, entre ambos hubo un forcejeo y le arrebató el arma, con la que hizo varios disparos. En aquel momento, la investigación permitió la detención de cuatro individuos por tales hechos, que se descubrieron porque dos víctimas llegaron ensangrentadas a una gasolinera de la autopista del Sur (TF-1).