El comedor de San Vicente de Paúl, ubicado en la calle Nava y Grimón, ha dado de comer al mayor número de personas de toda su historia, ya que en la víspera de Navidad atendió a 200 desfavorecidos, y se ha pasado de una media de 30 personas hace cinco años a 90 en la actualidad que subsisten gracias a este servicio.

Las colas son cada vez más grandes y el dato más relevante es que empresarios que lo han perdido todo también acuden a este comedor social, aunque son atendidos en otro horario para evitar que sean vistos y velar por su imagen.

Son las 11:00 horas, y aunque sus puertas las abre al mediodía, ya hay bastantes personas que esperan por fuera del comedor. Solo tres de ellas se dejaron fotografiar junto a dos voluntarias que cocinan y sirven la comida en San Vicente Paúl.

El centro es atendido a diario por cuatro voluntarias, que cambian cada día, pues San Vicente de Paúl cuenta con 20 en total. Ellas hacen la comida, y les sirven a los pobres que acuden al comedor. La comida que estaban preparando era rancho de primero, macarrones con atún de segundo, dulces de postre y jugos y agua como bebidas.

Fernando, de 45 años de edad, dijo que "tenía un puesto de trabajo, pero lo perdí, ya que, al atropellarme un coche, me dejó con una minusvalía del 70%". Añadió que ello le lleva a tener que acudir al comedor social, y que los desayunos y las cenas son posibles, y no siempre, cuando recibe algunos euros de limosna. Vive en una habitación que le cuesta 250 euros al mes, y le sobran 100 euros que no le dan parada nada.

María Candelaria González tiene 43 años de edad. Está afectada de una pierna, solo cobra 300 euros al mes y tiene dos hijos. "Este comedor -señaló- es mi salvación y el alimento fuerte que recibo, ya que los desayunos y las cenas son a base de un vaso de leche y un bocadillo cuando hay, ya que también muchas veces me duermo sin tener nada que llevarme a la boca".

El otro testimonio fue el de José María Cabrera, de 52 años de edad, que también acude a este recurso social porque se quedó sin trabajo a raíz de un accidente de moto. Confesó que desayuna y cena cuando la gente tiene la generosidad y le da los euros necesarios para el mínimo que llevarse a la boca.