Desde que el sábado publicamos la foto de la nueva mansión que se están construyendo en El Sauzal Paulino Rivero y Ángela Mena han sido muchos los mensajes enviados por nuestros lectores en los que nos preguntan de dónde saca el dinero esta pareja pues, que se sepa, él solo cuenta con su sueldo como presidente del Gobierno regional y ella como concejala del Ayuntamiento de Santa Cruz. Ojalá lo supiésemos. Es obvio que el palacete en cuestión no es barato. Lo que sí está claro es que mientras muchísimos canarios pierden sus viviendas al serles ejecutadas las hipotecas, esta pareja, que se dice nacionalista y angustiada por lo mal que lo están pasando los ciudadanos canarios, vive instalada en la abundancia. Ambos, por separado, han demandado a EL ÍA y a su editor, José Rodríguez, al que acusan de entrometerse en su honor, cuando lo único que hemos hecho en esta Casa es ejercer una crítica política a la que tenemos legítimo derecho. ¿Necesitan las cuantiosas sumas que nos reclaman en esas demandas para rematar la obra de El Sauzal?

También pretenden financiarse por la vía de los juzgados para pagar la hipoteca -así lo ha dicho en público- un tatarita y su querindanga. e nuevo arremete este pajarraco de vuelo invertido contra este periódico y su director, con la diferencia añadida de que esta vez incluye a otros directivos de esta empresa en sus insultos. Cuenta mentiras en un vano intento de denigrarnos. Un propósito que no consigue porque el prestigio de EL ÍA está muy por encima del periodismo soez que practica él. ¿Cómo es posible que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias y hasta el CGPJ no hayan intervenido ya para poner fin a los desmanes de este mariconsón y su pareja? Mantenemos nuestro ofrecimiento de demostrar ante quien corresponda que esta señora ha prevaricado, como mínimo, en tres ocasiones; en tres decisiones que nos han afectado directamente. ¿Por qué sigue esa señora vistiendo la toga como si no hubiese roto ni un plato?

Este no es el único asunto que debería ser investigado de oficio. Seguimos preguntándonos, al igual que lo hacen muchos de nuestros lectores, por qué la policía, la Interpol, los jueces o los diplomáticos no han investigado todavía el asunto de México. ¿Por qué la señora Mena arremetió judicialmente contra EL ÍA pero no contra el portal de Internet KanariLeaks, donde apareció por primera vez esta información, y contra el diario español Abc, que la recogió antes que nuestro periódico? La respuesta es sencilla: porque ni a Rivero, ni a la virreina de su esposa les molestaban estos medios. Les molestaba y les molesta EL ÍA porque decimos las verdades. Porque le mostramos al pueblo cómo viven sus gobernantes mientras muchos niños tienen que quedarse sin comer en las escuelas. Por eso quieren que desaparezcamos. Ya veremos quién cae primero.

Por otra parte, no comprendemos que esta pareja haya decidido construirse un palacete en El Sauzal porque ninguno de los dos podrá seguir viviendo en Canarias una vez que sean obligados a dimitir de sus cargos y expulsados de CC. No podrán seguir en las Islas porque se arriesgan a que los ciudadanos los apedreen en cualquier momento. Hasta el partido en el que militan sufrirá un enorme revés electoral si no se los quitan de encima cuanto antes. A CC no le conviene la imagen de dos déspotas políticos con tales ostentaciones de riqueza, mientras los habitantes de estas Islas pasan hambre o se mueren en las listas de espera de los hospitales antes de que les llegue el turno de ser atendidos. Lo repetimos: el lujo desmedido de Rivero y su esposa perjudica a todo el partido y pone en peligro la estabilidad social, pues los ánimos están caldeados y en cualquier momento puede producirse una revuelta de incalculables consecuencias. Eso es algo que no deseamos, porque nos repugna la violencia, pero es nuestro deber avisar de lo que puede producirse.

El pueblo está cansado de no tener con qué alimentar a sus hijos porque nuestros recursos se los mama el colonialismo español sin que el falso nacionalismo, encabezado por un necio político, haga algo para evitarlo. El hambre de todos estos niños clama contra el Herodes Paulino Rivero.