José Andrés Dulce, S/C de Tenerife

El pianista tinerfeño Javier Negrín ha encontrado su aliado. Se llama Alexander Scriabin, el magnífico compositor ruso que vivió entre 1872 y 1915, dejando una obra compleja y fascinante que solo han podido abordar con éxito unos pocos directores y solistas. No es de extrañar que su disco dedicado a los "Preludios de viaje" del autor de "Prometeo" haya llamado la atención del pope de la crítica Norman Lebrecht, que lo ha incluido en su lista de novedades de 2013, catalogándolo de "rareza notable". Tampoco sorprende que se hayan hecho eco de este trabajo las dos principales revistas nacionales, Scherzo y Ritmo, que le dedican sendos artículos este mes. Por si fuera poco, el espacio de La 2 "Programa de mano", ofrecerá mañana sábado, a partir de las 10:30 horas, una entrevista con el músico santacrucero acompañado por una pincelada de los cuatro Preludios Op. 11, de Scriabin.

Todo ello recompensa a Negrín por el gran esfuerzo de investigación realizado en los últimos diez años, proyecto coronado por el disco editado en Lawrence (Estados Unidos) por el sello independiente Odradek. Un registro con doble sello tinerfeño, ya que la grabación se llevó a cabo en el teatro Leal de La Laguna.

¿Considera que el disco de Scriabin culmina un ciclo o es un punto y aparte en su privilegiada relación con el autor?

Un punto y aparte. De hecho, el disco de Preludios tiene una posible continuación... Scriabin siguió utilizando esta forma musical hasta el final de sus días, y el espectro de Preludios abarca todos sus períodos compositivos. Hay material para otro disco completo, que espero retomar después de un paréntesis en el que, tras la aventura de Scriabin, me voy a dedicar sobre todo a la música española.

De Monteverdi a Schubert, el viaje y el peregrinaje son temas recurrentes en la música. ¿Cómo los expresa Scriabin?

El viaje de Scriabin es principalmente un viaje interior. Dejando de lado sus cuadernos de apuntes y las vivencias tan intensas durante los años que pasó en el extranjero, lo que tenemos en este disco es el producto de la ebullición creativa de alguien que está alcanzando una madurez plena y temprana; Scriabin se sabe portador de una manera nueva de relacionarse con el instrumento y sus intuiciones van más allá de lo material, centrándose en una experiencia sensorial a través de la música que aspira a la comunión con las fuerzas de la naturaleza y el éxtasis.

Especializarse le distingue de otros pianistas que tocan las mismas obras. Sin embargo, estos son los que más probabilidades tienen de ser programados. ¿Acepta el riesgo?

Creo que un punto intermedio es lo deseable. Es bueno que la crítica y el público te identifique con un repertorio determinado... En cierta medida te puede ayudar a darte a conocer. Pero más tarde o más temprano vas a tener que convencer tocando una Sonata de Beethoven. No se me olvida nunca la interpretación de Rudolf Serkin, con 85 años, de la Sonata Op. 111 de Beethoven. La energía que desprende ese hombre es sobrenatural. Toca con la fuerza de un joven de 20 años y con la madurez propia de su edad... Eso es lo que da la música, un trastorno espacio-temporal del que Scriabin fue perfectamente consciente ya en su juventud.

Salió "razonablemente satisfecho" de su debut solista con la OST con el Concierto de Scriabin. ¿Se le quedó algo dentro?

La orquesta estuvo fantástica, como siempre, aunque me quedé con ganas de ensayar el concierto un poco más. El director y yo teníamos ediciones distintas de la partitura y pasamos mucho tiempo poniéndonos de acuerdo. Por otro lado, no es un concierto fácil de acompañar... Hay una relación parecida a la que existe en los conciertos de Chopin entre el solista y la orquesta. Años atrás, Chopin ya ensayaba previamente con el cuarteto de cuerda de solistas de la orquesta para que ellos, figuras principales, se acostumbraran a su rubato y a su particular manera de respirar la música y pudieran liderar a la orquesta completa después.

¿Vuelve la próxima temporada?

Tengo entendido que hay una programación en la temporada 2013-2014 en la que el piano va a ser el instrumento principal. Me encantaría hacer alguno de los conciertos de Nikolai Medtner, por ejemplo, otro compositor ruso contemporáneo de Scriabin muy interesante, aunque no me importaría tampoco participar con un concierto más popular. Tengo muchas ganas de volver a tocar el 1º de Tchaikovsky, por ejemplo.

Tiempo de crisis también para los concertistas. ¿No queda más remedio que impartir y tocar?

En efecto. Solo unos pocos privilegiados de mi generación se dedican exclusivamente a tocar. A mí la enseñanza me aporta muchísimo, aunque también se me van muchas energías en ello. Esto lo noto especialmente cuando tengo conciertos, viajes y compromisos importantes. En esos momentos me encantaría poder tener todo el tiempo disponible para mí, vivíría más tranquilo. En cualquier caso, casi todos los solistas más prestigiosos (Krystian Zimerman, por ejemplo) han estado vinculados a la enseñanza en algún momento de sus vidas. Quizás sienten que su legado no está completo hasta que no se implican a nivel humano en la enseñanza.