2-0

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Tenerife: Aragoneses, Javi Moyano, Bruno, Tarantino, Jesús, Íñigo Ros, David Medina, Suso, Cristo Martín, Chechu y Aridane. En el minuto 75, Loro entró por Cristo Martín. En el 87, Nico y Yeray sustituyeron a Suso e Íñigo Ros.

Salamanca: Raúl Moreno (1); José Rodríguez (1), José Ángel (0), Pol Bueso (0), Raúl Fuster (1); Víctor (1), Lázaro (1); Piojo (0), Borja Sánchez (1), De Lucas (0); e Ígor (0). En el minuto 70, Pons (0) entró por PIojo, y en el 86, Javi H. (s.c.), por Ígor.

Árbitro: Enrique Jesús Figueroa Vázquez (andaluz). Mal. Su criterio con las tarjetas fue desquilibrado. El público pidió penalti por manos en el área visitante, pero no lo hubo. Quizás sí existió tal falta de Tarantino a Ígor en el 82. Mostró amarillas a Ros (13''), Suso (49'') y Bruno (30''), del Tenerife, y dos veces a De Lucas, que fue expulsado en el 85.

Goles: 1-0, m. 49: Pase de Jesús al espacio libre que recoge Suso, encara al portero y marca cruzado por bajo. 2-0, m. 51: Cristo envía por alto a la espalda de los centrales, entra Suso y marca otra vez por bajo.

Incidencias: Partido de la décimo novena jornada de la Liga de Segunda División B, Grupo I, disputado en el Heliodoro Rodríguez López ante 6.655 espectadores. Terreno de juego en aparentes buenas condiciones. El Tenerife lució su indumentaria habitual y el Salamanca, camiseta negra y pantalón blanco. Se guardó un minuto de silencio en memoria del ex directivo blanquiazul José Domingo Hernández Acosta.

Si desafías al Tenerife a jugar, atente a las consecuencias. Hace unos meses, los rivales empezaron a tomar nota de cómo bloquear al equipo de Álvaro. Varios lo lograron, a costa de limitarse a poblar el medio campo, a romper las conexiones naturales del líder y, de paso, resignándose a no jugar. Ayer, el Salamanca trajo otra propuesta, vino a discutir el partido cara a cara, y comprobó que el Tenerife, con espacios, es el mejor equipo de la categoría. El equipo local hizo un partido pletórico, resuelto con dos chispazos en el intervalo de dos minutos, pero bien jugado antes y después de la doble definición de Suso. El Tenerife encontró líneas de pase claras que le condujeron desde la zona de inicio hasta los tres cuartos de campo, parcela en la que Cristo Martín se sintió a gusto, porque recibió con ventaja, pudo darse la vuelta y ver de frente el área charra. Así, él es imparable. En los primeros siete minutos de partido, Cristo ya había metido dos pases profundos, por abajo, medidos, que originaron una ocasión de Chechu y otra que se quedó sin remate en el área. Sería equivocado entender que delante había un rival endeble, aún manejando el dato de que el Salamanca solo se acercó con peligro en una falta que lanzó De Lucas a los 28 minutos. Los charros tomaron un largo respiro en esta primera mitad, cogieron el balón y se juntaron en torno a él, teniendo por dentro a su teórico interior izquierdo, De Lucas, para dar más ayudas al toque en el medio y tratando aprovechar la agresividad de Piojo para tener ruptura hacia el área. Pero, ese buen manejo estético de la situación no le alcanzó al Salamanca para sentirse dueño del destino del partido, porque en cuanto se desajustó lo más mínimo el Tenerife lo volvió a dejar tambaleándose. Las ocasiones blanquiazules siguieron llegando en cascada. Primero en el 29, en una jugada que nació de la superioridad en un costado en la primera subida de Jesús al ataque, de ello se benefició Cristo que encontró un pasillo para servir en profundidad a Chechu, que pudo ponerla al segundo palo pero decidió tirar sin ángulo. Y, sobre todo, en el 35, en un robo de balón de Suso al central Pol: el canterano cruzó la mitad del campo, llegó a la frontal y sirvió la pelota en bandeja a Aridane, que no pudo definir porque el portero se le echó encima. Todavía, antes del intermedio, Aridane hizo lucirse al dubitativo Raúl Moreno, con un remate envenenado que el meta sacó de la base del palo corto (38?). Fue, en resumen, una primera parte abierta, con alternancias en el mando del juego, pero con una neta superioridad delTenerife en las áreas. Sergio no vio ni de cerca a los delanteros charros y el líder dispuso, por contra, de media docena de opciones de marcar. Tal vez la diferencia haya sido el cambio de velocidad delTenerife y la precisión de su gran pasador, Cristo Martín, que acelera las jugadas con sus buenos pases. El Tenerife había agitado tanto la coctelera, que terminó por fluir el gol. Solo hubo dos minutos entre uno y otro, pero fueron de un parecido inusual. Nacieron ambos de la calidad individual del pasador y de la astucia de Suso en los desmarques. El primero lo puso Jesús con su derecha, al espacio, entre los centrales, y Suso entró en carrera y definió con serenidad. Era el minuto 4 de la continuación. Casi tomando resuello de la celebración, esta vez fue Cristo el que vio el hueco y colocó la pelota en el mismo sitio, Suso volvió a ganarle a los centrales, encaró a Moreno le marcó el segundo. Tienen mucho mérito los pases, mezcla de calidad (por la precisión) y lectura del juego, pero conviene caer en la cuenta de la parte que puso Suso con sus movimientos, porque en ambos casos remató en la posición de delantero centro... Con 2-0 a los 6 minutos, el Tenerife midió el riesgo, se contuvo, aunque sin dejar de mirar de frente al rival cada vez que le robaba el balón, y completó la faena con un ejercicio defensivo ejemplar, lejos del área, que dejó al Salamanca con la estadística ofensiva completamente en blanco. Cristo siguió derramando talento en sus controles, en sus pases, en sus regates y en su disparo, que repelió el travesaño negándole una faena de salir a hombros, pero también fue intachable en su trabajo defensivo, como Jesús, que ayer se examinaba precisamente de esa asignatura y aprobó con nota, ante el atacante más incisivo de la Unión. La entrada de Loro, y las testimoniales de Nico y Yeray, cerraron las operaciones de una mañana de fútbol que fluctuó de lo bueno a lo brillante, que reivindicó la calidad de los jugadores de la cadena de filiales (Suso, Cristo y Jesús, los tres reyes magos), y que le enseñó a los rivales del Tenerife lo que les puede pasar si aceptan jugar cara a cara contra el mejor equipo de la categoría.