DA GUSTO VER al Tenerife cuando juega como ayer. Tres premisas definen la diferencia con el equipo que acabó 2012 con necesidad de vacaciones. La primera es la intensidad, recuperando el tono físico del inicio de competición y "empujando" al rival a base de arreones que convertían la carretera del Heliodoro en una vía de única dirección: la portería del inseguro Raúl Moreno.

La segunda es la chispa, íntimamente relacionada con la anterior, que convierte la línea de tres cuartos del cuadro blanquiazul en un peligro constante para el adversario. Tanto por las imprevisibles apariciones de Chechu, Suso y Cristo como por la llegada que tienen los dos primeros o la capacidad para ver el pase imposible del tercero. La tercera es la alegría. Fue el Tenerife de ayer une equipo tan responsable tácticamente como siempre, pero también tan "suelto" en ataque como en las diez primeras jornadas de Liga.

En todo esto tuvo una importancia innegable la predisposición del Salamanca. "El rival también juega", repiten los entrenadores. Cuando un equipo no sale a ahogar a los de Cervera, a desconectar su segunda línea, lo suele pagar caro. Porque, de igual a igual, en un partido jugado cara a cara, hay poco que hacer contra los blanquiazules.

Pero el triunfo alimenta una duda para el técnico, que tiene cuatro jugadores para tres puestos. Y en eso, creo que desarrolla la ecuación al revés. Entiende que Luismi Loro y Cristo Martín no pueden jugar juntos porque considera intocables a Chechu y Suso para que su equipo mantenga la puerta a cero. Otro creería intocables a los ahora "incompatibles". Y a partir de ahí, el resto.

@juanjo_ramos