En la última semana del año pasado se activaron más de 50 millones de smartphone y tabletas en todo el mundo. A esta cantidad habrá que sumar los millones de tabletas que los Reyes Magos dejaron en los hogares ayer. Se abre el paquete, se enciende la tableta, conecta, activa, visita una página web, se consulta un vídeo, ¿y después qué?

La tableta es un dispositivo móvil y por lo tanto puede perderse. Es conveniente proteger el acceso con una clave si se va a utilizar en el exterior. De esta forma se dificulta el acceso a datos personales como fotografías, documentos o vídeos. En el caso de que el uso del dispositivo sea familiar, hay que tener en cuenta la incorporación de un control parental si va a ser utilizada por niños. Casi todas las tabletas disponibles en el mercado no han sido diseñadas para ser utilizadas por varias personas de forma individual. Por ese motivo la configuración de la agenda, el correo electrónico, el acceso a las redes sociales o los datos de la navegación en internet se encuentran disponibles para cualquier persona que utilice la tableta. Esto abre la puerta a que se puedan producir modificaciones indeseadas. Por este motivo, si va a ser utilizada por más de una persona, es conveniente cerrar las sesiones iniciadas en redes sociales o correo electrónico.

Si solo dispone de conexión wifi y se utiliza en movilidad hay que limitar al mínimo la dependencia de la red. Almacenar documentos y elementos multimedia que se utilicen de forma cotidiana mejorará la experiencia y evitará no pocos momentos de frustración por no tener en la mano un solo dato que en ese momento se convierte en vital. Si no se dispone de 3G, es habitual incorporar a la rutina diaria la visita a lugares que permiten la conexión gratuita para, por ejemplo, consultar el correo o comprobar actualizaciones en las redes sociales. En el caso de utilizar 3G no existe esta dependencia aunque, por inexperiencia, surgen otros quebraderos de cabeza en los primeros días. La consulta de vídeos es habitual en estos dispositivos, pero la conexión contratada se consume rápidamente reduciendo la velocidad de acceso a la red. En la actualidad estas conexiones no son adecuadas para el consumo de vídeo salvo en ocasiones excepcionales.

Las tabletas tienen, literalmente, cientos de miles de programas, las "apps". La descarga se realiza desde una tienda centralizada que facilitan la tarea de su búsqueda e incluyen listas de éxitos por categorías. Su instalación para probarla se consigue con un par de toques de pantalla. Es tan sencillo y una tarea tan habitual que no es raro tener que hacer limpieza regularmente de aquellas que dejan de utilizarse. Entre las más descargadas se encuentran los juegos, los accesos a las redes sociales como Twitter y Facebook; videoconferencia como Viber o Skype; lectura de noticias como KioskoyMas, Google Currents, o Flipboard; y otras utilidades que permiten la edición de fotografías como Photoshop, la consulta de fichas de películas como IMDB; o un largo etcétera que incluye hasta juegos para gatos.

Los complementos no se puedan obviar.

El número de accesorios que salen de los estantes multiplica la cifra de tabletas vendidas. La funda protectora es imprescindible ya que permite protegerla de golpes. Su elección va más allá de la estética y debería de primar la seguridad. Por ejemplo, si la tableta no aparece en la lista de dispositivos para la que fue diseñada puede que no se ajuste bien y al moverse no pueda evitar los golpes. Algunos modelos incorporan un teclado convirtiéndola en un elemento muy práctico al utilizarse en un escritorio. Las fundas también permiten apoyar la tableta. Suelen incluir al menos dos posiciones de presentación, vertical y horizontal, y debería de permitir apoyar la tableta con diferente grado de inclinación.

La Policía ha creado un decálogo de buenas prácticas para el uso seguro de la tecnología por menores.