Se cierran tiendas de zapatos, de ropa, incluso cines, pero el negocio de la compra de oro directamente al ciudadano se extiende en la Isla al mismo ritmo que se incrementa el precio del metal precioso. Hace poco más de dos años que abrió la primera tienda dedicada exclusivamente a esta actividad. Ahora hay 16 establecimientos, repartidos por Santa Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane y El Paso, que compiten por pulseras, anillos, trozos de cadenas... Ninguno parece estar en crisis.

Existe la creencia, cierta o no, de que se trata de un negocio que acaba por aprovecharse de la angustia de los ciudadanos, que recurren a sus joyas para poder sobrevivir. Los empresarios lo ven de otra manera. Aseguran que una gran parte de lo que reciben "es material en mal estado. Cosas antiguas que el propietario ni siquiera sabía su valor. Nos traen pedazos de cadenas o de pulseras, que no estaban aprovechando y por las que se llevan un dinero. Antes muchas de estas piezas acababan en la basura".

También es cierto que "otras personas venden su oro por necesidad", lo que se nota principalmente en el incremento de ventas en septiembre, antes del comienzo escolar por la necesidad de comprar material, o durante diciembre, por la Navidad, pero a la postre "es un negocio como otro cualquiera. También se venden coches o incluso casas cuando se necesita el dinero".

Tampoco se ajusta a la realidad que estas tiendas faciliten la venta de productos robados, al menos aquellas que trabajan dentro de la ley. Al contrario. El control de la mercancía es absoluto: "El cliente debe presentar su carnet de identidad, que se fotocopia y se adjunta a fotografías de las joyas entregadas. Cada semana entregamos a la Policía Nacional el libro de registro de las compras, que tenemos que mantener guardadas por espacio de quince días". El tiempo suficiente para que los agentes comprueben si entre el material adquirido hay algo sustraído y denunciado. "Ha ocurrido en varias ocasiones que algunas de las joyas que hemos comprado habían sido robadas y al final, gracias a la operación de compra-venta, se ha podido descubrir al supuesto labrón".

Estas tiendas solo quieren oro, que acaban mandando a Madrid para ser fundido. El resto lo desechan. Hace dos años se pagaba a 12 euros el gramo de oro de 18 kilares. En la actualidad, el precio se eleva hasta los 20 euros. "La competencia es mayor", afirman desde el sector, "y el metal ha ido subiendo de valor. Una cuestión de mercado". No se ofrecen datos sobre el volumen económico del negocio, "eso mejor lo guardamos", aunque "es bastante elevado".

Los empresarios saben que es un negocio en auge, aunque se niegan, al menos los consultados por esta redacción, a seguir las prácticas que se utilizan en otras ciudades para captar clientes, con personas "uniformadas" que recorren las calles. Entienden que es suficiente, al menos en La Palma, con publicidad y hacer llamativas las fachadas de sus locales.