Las principales playas del Puerto de la Cruz, especialmente la de Martiánez, aunque también Playa Jardín, presentan desde hace días un aspecto muy poco edificante para una ciudad turística que se precie por una causa que, aunque reiterada y previsible, no deja de suponer un grave hándicap para la principal industria local: las lluvias con cierta intensidad y los residuos naturales o artificiales que arrastran hasta la costa los distintos barrancos que desembocan en el Puerto.

Cualquier vecino, visitante o turista que pasee estos días por Martiánez o Playa Jardín comprobará cómo múltiples cañizos, maderas, otros restos vegetales y también plásticos y de otro tipo han invadido parte de la arena o las zonas con más piedras, que suelen ser precisamente las más cercanas a la desembocadura de los barrancos.

Sin embargo, y a diferencia de otros inviernos o de los momentos en los que se producen lluvias torrenciales en primavera, otoño y hasta verano, en esta ocasión el acopio de residuos es mucho más llamativo (tal y como muestran las imágenes), lo que deteriora claramente, aunque solo sea por unas semanas, la imagen turística de una ciudad que, pese a tratarse de un sector que está sobrellevando mejor la crisis, no vive sus mejores momentos desde hace demasiados años.

A lo que viene por tierra se suma lo que llega por mar. De hecho, en la tarde del pasado lunes, y tal vez porque el mar se encontraba en buen estado, la costa de Martiánez presentaba la famosa "nata" en varios tramos, expresión usada coloquialmente en la comarca para referirse a los restos de aguas fecales y de otros residuos del municipio y de otros colindantes que las mareas llevan bien hacia el Noroeste o el Noreste.