Manifestamos de forma rotunda que nunca hemos criticado al presidente del Gobierno de Canarias como persona. Siempre que lo hemos censurado ha sido en su faceta como político. Jamás hemos entrado en lo personal. Sí lo hemos hecho, y lo seguiremos haciendo, insistimos, en lo relativo al cargo público que desempeña, por lo que está obligado a soportar las críticas.

Decimos esto como introducción a este comentario porque sabemos que se acercan pleitos importantes para nosotros en los tribunales. Estar continuamente demandados, una vez por los políticos y otras por un tatarita de Las Palmas -de quien enseguida pasamos a ocuparnos- es el precio que debemos pagar por la defensa de Canarias, de los canarios y de la libertad de expresión. Los enemigos de estas Islas son los mismos que los de EL DÍA. Son aquellos que no quieren la libertad de un pueblo esclavizado desde hace casi seis siglos. Son los españolistas y los españolistos. Son, en definitiva, todos aquellos que, como no pueden ganar en los quioscos, acuden a la Justicia con subterfugios, o con mentiras, a ver si les cae una sentencia favorable que les dé para pagar una mansión en El Sauzal, como es el caso del necio político que preside el Gobierno autonómico, o un nidito de amor en Las Palmas si se trata del tatarita.

Estos sujetos usan la Administración de Justicia en su propio provecho y están enfangando al sistema judicial. La Justicia está para resolver asuntos serios. Por ejemplo, para intervenir de oficio y evitar que Rivero y los suyos sigan cometiendo el crimen político del hambre de los canarios. El hambre y las muertes en las listas de espera sanitarias.

No podemos permitir que un pueblo pase hambre. Que a nadie se le pase eso por la cabeza. Pero insistimos en que la Justicia debe actuar de oficio, para poner fin a las tribulaciones de un pueblo suplicante y pobre; más pobre y suplicante que el descrito en las más trágicas novelas de Víctor Hugo o de Dostoyevski. Situaciones propias de "Humillados y ofendidos". Situaciones como esta, repetimos, requieren una emergencia social.

Nos persiguen por expresar estas ideas. No nos importa porque hay mucha diferencia entre la dignidad con la que se trabaja en EL DÍA y la forma de hacer las cosas en otros medios vendidos miserablemente al Gobierno de Canarias y, en concreto, a Paulino y a su esposa. edios cuyos nombres no citamos aunque están en la mente de todos porque su línea informativa es muy evidente. EL DÍA informa y opina con dignidad e imparcialidad. Esto, recalcamos, nos acarrea una acusada persecución judicial. No importa, porque nos defenderemos panza arriba de todos nuestros enemigos. Contamos para ello con el apoyo del pueblo. Y de la propia Justicia.

Siempre hemos pensado que la Justicia tarde o temprano aparece y el tiempo y los acontecimientos nos están dando la razón, si no quién sino EL DÍA contaría que el presidente de los canarios construye una extensa y lujosa mansión mientras su pueblo pasa hambre. Y como vamos siempre con la verdad por delante decimos que estamos padeciendo una terrible persecución por defender nuestra opinión e ideas. Sentencias que nos dan la razón han sido curiosamente modificadas en la segunda instancia cuando han sido vistas a los ojos de otros sentenciadores que curiosamente también mantienen vínculos maritales con partes en el proceso o causa. No nos importa. ás nos importa el pueblo canario.

Creemos y respetamos a la Justicia, lo repetimos, pero al mismo tiempo nos preguntamos si es esta una Justicia digna y respetable. ¿Pueden los jueces y fiscales permitir que alguien que ha sido condenado varias veces por injurias y calumnias, la última de ellas por haber mancillado el honor y la dignidad de unos jóvenes, siga riéndose incluso de profesionales de la magistratura serios y respetables? ¿Exageramos cuando decimos lo que contamos?