Un trabajador de mantenimiento del colegio Las Retamas, en el Distrito de Ofra, en Santa Cruz de Tenerife, descubrió ayer un viejo barreno sin reventar. El cartucho de dinamita se hallaba incrustado en una piedra y aún tenía los cables visibles en el exterior. El asunto fue comunicado a la directora y desde ese momento se activó el protocolo habitual para la explosión controlada de este tipo de artefactos, así como el cierre a la circulación de personas y vehículos en las calles que rodean el centro, como Sargento Provisional y Gutierre de Cetina.

La activación oficial de la alerta se produjo a las 14:30 horas. Los alumnos del colegio Las Retamas salieron con normalidad y posteriormente entraron los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, concretamente de los especialistas en desactivación de explosivos (Tedax) y de la Policía Científica.

Las primeras tareas se centraron en tratar de extraer el cartucho de la piedra. Sin embargo dicha tarea resultó excesivamente compleja, por lo que finalmente los agentes del Tedax decidieron detonar el cartucho en el mismo descampado donde estaba.

Según fuentes policiales, el explosivo estaba entre el muro del perímetro del centro y otra pared que da a un patio del colegio. En ese lugar pudo permanecer, al menos, unos 30 años.

Después de desconectar el detonador, los policías tomaron la precaución de colocar sacos de arena alrededor de la piedra que contenía el barreno, con el fin de que la onda expansiva se dirigiera hacia arriba y no hacia los lados.

Finalmente, la detonación se produjo a las 18:30 horas sin mayores complicaciones.

Los vecinos de dicho enclave de Ofra fueron testigos de un amplio dispositivo que estuvo formado por agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana, la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), la Unidad de Intervención Policial (UIP), motoristas y patrullas de la Policía Local, así como personal de Protección Civil y Bomberos del Consorcio.

El concejal de Obras y Servicios, Dámaso Arteaga, dijo que, por seguridad, los agentes cerraron el tránsito de peatones y vehículos en el entorno del colegio.

Una de las ciudadanas afectadas fue Rosa, residente en la calle Sargento Provisional, que, junto a su hija, tuvo que esperar unas cuatro horas para acceder a su vivienda y recoger un vehículo.

Una situación similar padecieron Juan Carlos y su esposa, dueños de una multitienda, que no pudieron abrir el local durante toda la tarde. Juan Carlos señaló que el gran despliegue, a pesar de las molestias, era necesario para garantizar la seguridad de los viandantes y residentes. Otro ciudadano, de 80 años de edad, no estaba tan conforme y manifestó que las medidas de protección resultaron excesivas, puesto que obligaban a algunas personas a dar un rodeo para llegar a sus viviendas o esperar a la finalización del dispositivo.