Algunas noticias se nos quedan atrás porque hay más informaciones, desgraciadamente la mayoría de ellas malas, que el espacio necesarios para comentarlas en nuestra cita diaria con los lectores. Es el caso del asunto relacionado con el servicio de cirugía infantil. Parece que al final no se podrá mantener pese a lo que se aseguró hace unas semanas desde la Consejería de Sanidad. No nos cansaremos de preguntarnos si los canarios nos merecemos que algunos niños de estas Islas pasen hambre porque el Gobierno regional, presidido por ese político necio y déspota que es Paulino Rivero, haya suprimido las ayudas a los comedores escolares y, lo que es peor, que quienes están afectados por determinadas dolencias deban ser trasladados fuera del rchipiélago porque cada vez tenemos menos medios para atenderlos.

Nos preguntamos, también con reiteración, por qué no se cierra el Parlamento de Canarias en vez de un servicio sanitario destinado a los niños. El Parlamento es una institución muy digna a la que respetamos, pero está convertida en un antro político por culpa de quienes se sientan en sus escaños. Hay que clausurar temporalmente ese edificio porque mientras no seamos independientes, lo que se legisla entre sus paredes no sirve para nada. Las leyes que salen de la Cámara autonómica están condicionadas por las que nos impone la metrópoli. Es falso que sean leyes canarias. Son leyes hechas en Canarias a la medida de los intereses de los peninsulares. Sobra el Parlamento, sobra la Policía Canaria -ya tendremos nuestras fuerzas de orden público cuando alcancemos la independencia-, sobran los ayuntamientos -los ayuntamientos, no las localidades- y sobra la corrupción galopante. En sentido inverso, necesitamos que se produzca una intervención de oficio por parte de jueces y fiscales, y hasta de la unidad del Ejército destinada a las emergencias, para poner un poco de orden en este desbarajuste.

¿Cómo es posible que Paulino Rivero siga por ahí tan campante? No le deseamos que sufra ningún daño físico ni ningún menoscabo personal. Lo único que queremos es que abandone la política y que se marche. Lo eximimos inclusive de ser juzgado por sus abusos políticos con la condición de que dimita de inmediato y salga sobre la marcha hacia un exilio definitivo. Pero si persiste en continuar donde está, si se empeña en seguir haciéndole daño al pueblo canario, deberá ser juzgado y encarcelado si la sentencia es condenatoria. No estamos exagerando porque esto es lo que se hace en cualquier país democrático y civilizado. El atraso social y económico de Canarias lo motiva nuestra sumisión colonial a un país decadente. Rotas esas cadenas que nos ahogan y desaparecidos de la escena política gobernantes nefastos como Paulino Rivero, el futuro de estas Islas y de sus habitantes será mucho mejor.

Dicen que en un momento determinado se cerró toda una planta hospitalaria para atender a Paulino Rivero. No se trataba de una intervención importante, sino de un intento médico de corregirle los párpados y el labio retorcido. ¿Es justo que no se pueda mantener un servicio de cirugía cardíaca infantil mientras Paulino Rivero, que solo es un mago político, se hace atender con protocolos de jefe de Estado o de multimillonarios? ¿Quién se ha creído que es? Si quiere honores, distinciones y tratos de favor, que los gane comportándose como un patriota. En sus manos está plantarse en Madrid y pedir la independencia de su tierra, como lo ha hecho rtur Mas respecto a la soberanía catalana.

Seguimos recuperando noticias atrasadas: la sanidad canaria continúa a la cola de España. Una vez más se confirma que los territorios coloniales son también los más desfavorecidos. Ocurre lo mismo con los departamentos franceses de ultramar. Que tomen nota los españolistas, los amantes de la españolidad y los falsos nacionalistas. Está mal la agricultura porque no recibe las ayudas del Gobierno, está mal el comercio -muchos empresarios están esperando a que acaben las rebajas para cerrar- y está mal todo porque colonizados y, además, mal gobernados es imposible salir adelante.

Lo decíamos ayer y lo repetimos hoy: la solución arranca de la independencia. O eliminamos la chatarra política que nos rodea, o no salimos del pozo negro en el que estamos por culpa de la necedad y el despotismo.