Francisco Belín

Apesar de la indudable utilidad de las técnicas y el arte de envasar alimentos para recurrir a ellos después de un tiempo, es complicado -por no decir imposible- hallar personas y lugares especializados que enseñen a adentrarnos en los beneficios y el encanto de preparar recetarios para luego conservarlos.

En Santa Cruz de Tenerife, precisamente Montse Hernández, con su Taller de Conservas, ha suplido en buena parte ese vacío y muestra a los posibles interesados cómo crear una completa despensa sin ningún tipo de inversión y que beneficia a la economía familiar.

Junto a su colaboradora Monika Jerez, en Taller de Conservas se pretende inculcar esas habilidades y recursos fáciles, también para contribuir en la salud de la familia a través de la nutrición con alimentos sanos y con el placer de mantener el sello personal en cada envase. Esta práctica no requiere inversión alguna y con los utensilios de la propia cocina será suficiente para animarse con cualquier tipo de conserva.

Los cursos son presenciales, con posterior seguimiento y con las consultas pertinentes para resolver las dudas que se puedan presentar. Hernández comenta que se abarca desde salsa de tomate, verduras en salmuera o pimientos asados, a mermeladas, atún, carnes... Tal y como puede hallarse enlatado en un supermercado, así puede llevarse a cabo en la cocina de casa.

En las sesiones prácticas que imparten Hernández y Jerez, sin duda en un ambiente distendido y divertido, se asimilan todos los procesos esenciales para concentrar esas elaboraciones en los respectivos envases, además de servir como una especie de grata "terapia" artesanal, incluso contribuyendo a afianzar la autoestima y la satisfacción personal.

Caducidades de entre uno y dos años

Es posible conservar todo tipo de productos (verduras, frutas, hortalizas, pescados, carnes...) con unas caducidades que oscilan entre uno y dos años, sin utilizar conservantes químicos, colorantes, saborizantes y elementos que siempre alteran el sabor.

Las conservas artesanales datan del año 1810, cuando Napoleón buscaba un método para alargar la vida de los alimentos necesarios para el sustento de sus tropas. Fue Nicolas Appert quien descubre la forma para lograr ese cometido; lo hizo simplemente sometiendo a un "baño María" -que se diría hoy- a los diversos productos introducidos en recipientes cerrados, generalmente de cristal, para conseguir lo que se define como conserva. Técnicamente se llama "apertizar", en honor a su descubridor. Más tarde, en 1890, Pasteur descubre el proceso de la esterilización (pasteurización); unidos los dos sistemas, se llega a los productos que se encuentran en el mercado. (697 710 777 / mitallerdeconservas@gmail. com / www.tallerdeconservas.com).