Hijo de Pancho Amat, bisnieto de un tinerfeño que emigró a Cuba y residente en España desde hace más de trece años, el pianista de Güira de Melena actúa esta noche, a partir de las 21:00 horas, en el teatro Leal de La Laguna. Daniel Amat visita por primera vez la Isla

acompañado por el percusionista Gilberto Noriega (Toto) y el contrabajista Rodolfo Lusson. "Algo de Tenerife llevo en mi sangre y me hace ilusión conocer la isla de mis antepasados", revela un intérprete que fue seleccionado en la última edición de los Grammy en el apartado de los mejores 40 discos de latin jazz del mundo.

¿Con este concierto hace realidad su viejo sueño de conocer la tierra de su bisabuelo?

Él era de Tenerife y me apetece muchísimo conocer una isla que está ligada a una parte de mi vida. Es una experiencia excitante por doble motivo: en el plano artístico y en lo sentimental.

¿Y cómo ve un habanero desde la distancia a Cuba?

Esa pregunta me crea un dilema importante (ríe)... Para responder a esa cuestión tengo que aislarme de mis conocimientos musicales y pensar en los condicionamientos étnicos. Ahí existe una lucha terrible porque si estás en Cuba miras para fuera, pero cuando sales quieres estar allí... A pesar de llevar casi 13 años en España -residiendo en ciudades como Bilbao o Málaga-, yo no me puedo olvidar de mis paseos por La Habana, de la gente que interpreta canciones en la puerta de sus casas, de los sonidos y olores de Cuba...

Como residente y artista que se mueve en territorio español, ¿no cree que el mundo de la cultura está sufriendo demasiado con la actual crisis económica?

Cuando falta el dinero la cultura es la primera en sufrir los recortes. España tenía que cambiar el "chip" y lo está haciendo impulsada por una mala situación económica. Antes el dinero público se invertía sin control en fiestas y carnavales y las instituciones actuaban como representantes de los artistas. Ahora, en cambio, no hay recursos y casi nadie contrata a nadie. La crisis ha hecho que las personas paguen por la música que quieren escuchar, es decir, hoy no te tienes que comer con papas una sesión de música electrónica que ha sido contratada por un ayuntamiento... La ausencia de ese respaldo público ha agudizado los criterios de selección de las personas y cada uno va al lugar que quiere; a una discoteca, a una sesión de jazz, a un teatro a oír música clásica o a una fiesta en la que suenan historias de Canarias.

¿Cuánto pesa el apellido Amat?

Sí que pesa... El apellido Amat es una responsabilidad que cargo con mucho orgullo.

¿Qué tiene Cuba que no cesa de aportar grandes talentos al panorama musical internacional?

Tiene una tradición artística de larga duración y es uno de los tres puertos negreros más importantes del mundo. Brasil, Cuba y Nueva Orleans son tres fuentes significativas para llegar a comprender la musicalidad que respira mi país. A pesar de que hay una influencia bastante sólida de los ritmos españoles y, en menor medida, de los africanos; allí también estuvieron los franceses, los ingleses y otras nacionalidades que han creado una transculturización y un mestizaje realmente potente. La música está a flor de piel en Cuba y es normal que aparezcan nuevos talentos que buscan tener un protagonismo entre esos maestros de la cultura.

Hablando de maestros, usted ha tenido la oportunidad de compartir escenarios con leyendas como Silvio Rodríguez, Carlos Santana o Chucho Valdés. ¿Qué aprendió de esas experiencias?

Esos tres y alguno más son unos clásicos de la historia de la música que no hace falta estar en un escenario con ellos para aprender. Te basta con escuchar sus reflexiones para entender que son grandes artistas. Además, cuando te dan la oportunidad de estar a su lado percibes que su modestia es tan inmensa que no se cansan de aprender cosas que uno da por sabidas. Carlos, Chucho y Silvio son como ese estudiante que siente la necesidad de ir un poco más allá de sus propios conocimientos.

¿Con qué intenciones llega a La Laguna? ¿Cómo piensa organizar el concierto de esta noche en el teatro Leal?

Vengo acompañado de Rodolfo Lusson y Gilberto Noriega, Toto, y los tres intentaremos realizar un recorrido por los ritmos primigenios de la contradanza y la danza cubana. La idea es mostrar a los asistentes unas pequeñas pinceladas sonoras del jazz, el son y otras piezas más clásicas. Lo que buscamos con este espectáculo es enriquecernos con unos ritmos variados y contagiosos.