El recién ratificado secretario general de CCOO Canarias, Juan Jesús Arteaga (El Paso, La Palma, 1956), ejercerá el cargo los próximos cuatro años dispuesto a contener la pérdida de afiliados que enfrentó en su primer periodo y con una agenda marcada por la austeridad en lo económico -para asegurar el futuro de la organización- y un cambio de actitud frente al Gobierno regional, con el que anuncia que será "más riguroso", pues admite que en el pasado el Ejecutivo lo llevó a firmar acuerdos "con trampa".

Usted ha lamentado haber firmado acuerdos con el Ejecutivo canario que nunca se cumplieron y lo calificó de "trampa". ¿Cómo lo evitará en esta segunda etapa?

Hay que tener garantía presupuestaria de todas las medidas que anuncie el Gobierno, y debe ir acompañada desde el principio de ficha financiera. Además, deben establecerse mecanismos de seguimiento porque puede haber imponderables, especialmente en los acuerdos plurianuales. Seremos más rigurosos no solo con la letra de los acuerdos, sino también con las garantías que se fijen para su cumplimiento.

¿Está la sociedad canaria condenada a que los mercados le dicten el rumbo, dado que usted cree que la clase política de las Islas es rehén de ciertos grupos empresariales?

Condenados no estamos a nada. Formo parte de una organización que cree que las cosas se pueden cambiar y creemos en la democracia, que se basa en la transparencia y la legitimidad. Tenemos la impresión de que en Canarias -y en otras partes del Estado- los gobiernos son rehenes de ciertos grupos que no se presentan a las elecciones, sin intereses colectivos, que son élites oligárquicas que existen aquí y las encontramos al escarbar en muchos de los negocios que se hacen en esta tierra y que se perciben entre quienes aspiran a desmantelar el Estado de bienestar, porque critican que el Estado de bienestar es insostenible, pero no contribuyen nada o poco a su sostenimiento. Se valen para ello del fraude fiscal, la evasión fiscal y el propio sistema fiscal, que no es progresivo y castiga más a la mayoría, que somos los que lo mantenemos y tendremos que seguir haciéndolo, solo que privatizado.

El presidente Paulino Rivero ofreció diálogo a los sindicatos el pasado viernes tras demandarlo CCOO y UGT no solo para sacar adelante la Estrategia Canaria por el Crecimiento y el Empleo, sino también para el denominado Pacto por Canarias. ¿Cree que al final participarán?

Lo que pedimos desesperadamente es que se haga algo para que la gente crea que todos esos pactos y estrategias sirven para algo, porque todavía tienen fe en que la única salida es que nos pongamos de acuerdo. Pero cuando esa fe se pierda y ni siquiera se crea en eso... Ya vemos lo que está pasando en la calle. Tenemos una de las últimas oportunidades para recuperar la credibilidad perdida por parte de las fuerzas políticas y sindicales, las que están dentro del sistema democrático. Cuando estas fuerzas que sirven de sostén a la democracia caen, la alternativa más probable son los sistemas autoritarios o la vuelta al fascismo, que ahora tiene un caldo de cultivo propicio.

¿Estamos a las puertas de un estallido social?

Si los indicadores siguen empeorando y los más de 140.000 parados que no perciben ningún tipo de ayuda -ni siquiera la de los 400 euros, que solo llega a 20.000 canarios-, que son gente ya en situación de exclusión social -más de un tercio de la población-, si tenemos que esperar más es que o la gente está dormida o que el estallido social es inminente.

Dado que democracia y pobreza crónica o desigualdad social son incompatibles, ¿qué futuro tiene el Archipiélago?

Los recortes sociales generan miedo y hacen que la gente sea incapaz de reflexionar, que es la esencia de la democracia. Lo de apretarse el cinturón y la austeridad va dirigido a los pobres, que lo serán cada vez más, mientras los ricos serán cada vez más ricos.

En cuatro años, CCOO Canarias perdió un 20% de afiliados. ¿Cuánto más cree que perderá?

No creo que sea algo inevitable. No es que la gente se desafilie más que antes, sino que no hay nuevas altas que compensen las pérdidas como antes. Esto pasa porque no estamos en algunos sitios en los que deberíamos estar. Además, aunque estemos allí, no ofrecemos suficientes alicientes para afiliarse y también por el desencanto que se tiene hacia los sindicatos. Tenemos que legitimarnos por el voto de los trabajadores, no de los afiliados; esos representantes negocian para todos los trabajadores más allá del sindicato. Necesitamos un rearme ideológico y de valores para no tener afiliados que vean al sindicato como un seguro contra el despido, sino que participen de forma activa, recuperar el espacio en las empresas, en el día a día.

¿Qué plantea para la viabilidad económica del sindicato, que ahora enfrenta un ERE y pierde ingresos?

Parar la caída de afiliaciones. De lo contrario, habrá que hacer ajustes de forma constante. Además, ajustar los gastos a los ingresos. Volvemos casi al sindicalismo del bocadillo y el botellín de agua. También tendremos que ajustar los trabajadores con reducciones de jornadas o ERE suspensivos. Lo que sea, pero con diálogo.