Tenerife juega un importante papel en el tablero de operaciones que Elías Meana despliega en "Los silencios del Atlántico". El título hace referencia a la operación secreta que los aliados desarrollaron durante la II Guerra Mundial para hacerse con una de las máquinas que la marina de Hitler utilizaba para la encriptación de sus comunicaciones por radio, las legendarias "Enigma". Este solapado duelo bélico pasa por el litoral de Tenerife, según narra el escritor salmantino, un enamorado del mar que participó en la primera expedición española a la Antártida y al que se deben obras tan conocidas de la narrativa del mar como "Ganando Barlovento", "Capitán de fortuna" y "Entre dos banderas".

"Los silencios del Atlántico" tiene como protagonista a un capitán español que formó parte de las fuerzas aliadas. ¿Existió realmente Emilio Ballvona o es un vehículo narrativo para presentar la trama con un enfoque histórico?

Emilio Ballvona es el nombre ficticio de un capitán de la marina mercante española exiliado en los Estados Unidos al poco de estallar la Guerra Civil Española. A don "Emilio Ballvona" tuve la suerte de conocerlo en la primavera de 1969; vivía en la ciudad de Filadelfia, y acababa de retirarse de la marina mercante norteamericana. La historia que de él relato, tanto en esta novela como en la anterior, titulada "Entre dos banderas", es la suya, que personalmente me contó, aunque novelada.

¿Llegaron a hacerse los aliados con la máquina empleada por la marina alemana para encriptar sus radiocomunicaciones?

En mayo de 1941, la Real Armada Británica, tras capturar un submarino "U-110", se hizo con una de esas máquinas conocidas como "Enigma", pero ese "botín" se mantuvo en secreto a lo largo de toda la guerra por motivos obvios. El secreto debió ser tan profundo que el espionaje aliado, incluido el británico, siguió tratando de hacerse con uno de estos ingenios, ignorante del que ya poseía Londres.

¿En qué coordenadas geográficas se desarrolla "Los silencios del Atlántico" y a qué altura del relato pasa por Canarias?

Fundamentalmente, la novela acontece en la ruta Europa-Cuba, en la propia isla caribeña, en el estrecho de Florida, y en la costa Este de los EE.UU. En lo que a las Canarias afecta, el relato transcurre en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde comienza la operación que conduce al desenlace de la novela.

Se ha especulado mucho con el papel que hubiera desempeñado Canarias en el caso de haber sido "captada" para el eje dentro de la campaña conocida como "Operación Félix". Entramos en el terreno de la ucronía, pero ¿cuál es su opinión al respecto?

Existió la posibilidad de que España entregara al III Reich una de las islas (la de Gran Canaria), pero por motivos largos de explicar, los alemanes consideraron que antes de poner en marcha la "Operación Félix", que comenzaría con la toma Gibraltar, era preciso derrotar a Gran Bretaña. Si dicha operación se hubiera efectuado, doy por hecho que, por las buenas o por las malas, habrían ocupado la isla, y no solo con el fin de contar con una base para el reaprovisionamiento de submarinos; tan estratégico apostadero, tanto para sus unidades navales como aéreas, les habría permitido "saltar" a África y lograr el imperio colonial que el Führer anhelaba implantar en la parte central de este continente.

¿Tiene conocimiento de la base logística que el ejército de Franco preparaba a comienzos de los años 40 para abastecer submarinos en las proximidades del muelle norte de Santa Cruz de Tenerife?

Sé que desde Madrid se despacharon ordenes para que en el archipiélago y las aguas que lo circundan, se facilitara el reaprovisionamiento de submarinos con el mayor secreto (los tratados internacionales firmados por España lo impedían y además se corría el riesgo de que Gran Bretaña tomara represalias), pero no tengo noticia ni de esa posible base, ni de que Alemania fuera a ceder sumergibles a la Armada Española. De lo que sí existe información fidedigna es de algunos de los abastecimientos realizados, como fueron los del "U-69", "U-103", "U-105", "U-106", "U-123" y "U-124", por citar los mejor reseñados en los informes de la Autoridad Marítima de las islas.

Existe la creencia de que la II GM fue una guerra ganada por la aviación seguida de la infantería. ¿Cree que, en comparación, el papel de la marina ha quedado en un segundo plano más allá de la campaña de Noruega y la batalla en el Pacífico?

En mi opinión, la de un aficionado a la historia, la guerra se ganó en la mar, en lo que se denominó "La batalla del Atlántico", donde la flota aliada, a pesar del acoso de los "U-boat" y de las elevadas perdidas que infligieron, consiguieron proteger a los grandes convoyes de mercantes que, procedentes de los EEUU, transportaban tropas, armas y de todo tipo de suministros para Europa. Si los alemanes hubieran logrado cortar este ingente abastecimiento, Gran Bretaña habría caído y el "eje" habría ganado la guerra.

Como lector, ¿echa en falta a los grandes clásicos de la literatura del mar, Forester, Melville, Conrad, Stevenson...? O, por el contrario, piensa que el mar conserva su gran tradición en la narrativa de aventuras actual?

Hasta hace relativamente poco, la literatura del mar, salvo excepciones como las de don Pío Baroja, por mencionar al primero que me viene a la mente, estaba copada por autores extranjeros, pero de unos años a esta parte tenemos la fortuna de contar con un buen abanico de escritores españoles que no solo están enriqueciendo la narrativa tradicional, sino que también han incorporado a este genero esas otras aventuras que se pueden vivir en lo que se conoce como "náutica deportiva". La tradición no se ha perdido, y los más jóvenes se encargaran de que no se pierda.

El confín definitivo

La Antártida ha sido otro de los caballos de batalla de Elías Meana, a quien también se deben los relatos de la colección de literatura juvenil "El piloto azul", asimismo publicadas por editorial Noray y dedicadas a las aventuras en ese confín austral . Pero aunque la aventura no está del todo ausente en las misiones modernas, Elías Meana subraya su carácter "eminentemente científico".

El Tratado Antártico, explica Meana, está integrado por veintiocho naciones como miembros consultivos, entre ellos España, y otros quince países más como adheridos. España mantiene allí dos bases: "Juan Carlos I" y "Gabriel de Castilla", si bien la primera lleva dos años prácticamente inactiva, pues según tengo entendido, está sin finalizar".

Desgraciadamente, lamenta Elías Meana, "la primitiva base española de la Antártida, que este año cumpliría veinticinco de su implantación, casi un pueblo en miniatura, aislado y en un entorno hostil, se desmanteló antes de ni siquiera haber iniciado los trabajos de la que tomaría el relevo. ¡Una pena, porque bien podrían haberla mantenido entre tanto la nueva no hubiera entrado en operación! España y sus investigadores tienen un gran prestigio en la Antártida, y me temo que un desatino como este lo estará empañando".