El tiempo ha acabado por borrar un pasado al que ella no renuncia, pero que nada tiene que ver con "El cielo de París", el proyecto musical con el que Sole Giménez enamoró a los espectadores que el pasado sábado acudieron al concoerto que dio en el teatro Leal de La Laguna. "Tenía muchas ganas de acercarme en algún momento de mi carrera a una música con la que he crecido y me alimenté como artista", señala la cantante nacida en la capital francesa.

¿Este acercamiento a la música francesa era una necesidad?

Nada es necesario en esta vida, pero estoy muy contenta de que los músicos que han trabajado conmigo y el público que se ha acercado a este proyecto hayan entendido mi propuesta.

¿Quién ha tenido que adaptarse a quién? ¿Sole Giménez a los ritmos franceses o esas canciones a su voz?

El disco lo he hecho yo (sonríe)... Yo he sido la que ha elegido las canciones, a los músicos y la que ha decidido no repetir las cosas que hice en el pasado para aportar algo diferente.

¿Esa originalidad es un punto a su favor ahora que la industria de la música está tan inestable?

Mi enfoque artístico nunca ha estado ligado a la industria de la música; yo hago las canciones que siento y, sobre todo, con la intención de ofrecer lo mejor de mí. Eso es un estímulo pero, a la vez, una sorpresa. La música tiene que tener una dosis de atrevimiento para buscar algo que aún no ha ocurrido.

Una vez ha quedado demostrado que el sector del disco ya no es rentable hay que apostar por un producto de calidad, ¿no?

El problema es que yo no supe entender nunca por qué se establecen esas diferencias... Sé que hay una música de escaparate que unos utilizan para colocarla cerca de grandes masas de consumidores. A mí lo que me interesa es la buena música; me da igual que esta sea comercial o no. Tengo una ligera idea de quién hace posible que un tema suene muchas veces hasta agotar el interés de un público y hay cosas comerciales que no son del todo malas. Lamentablemente, no son muchos los casos, pero los hay. Mi consuelo es que lo menos bueno es algo efímero y lo bueno puede perdurar.

Usted es una artista que conecta muy bien con el público... ¿Cuál es el secreto para entenderse en esas distancias tan cortas?

Sin ese contacto tan directo no me sentiría cantante. Los discos tienen su razón de ser, pero nada es comparable con la sensación de vivir ese cara a cara con el público. Hay un instante en la música en vivo que es irrepetible y que es por lo que sigo luchando cada día.

¿Esa sensación es única, algo que no se puede plagiar ni expandir a través de las redes sociales?

Las emociones, por ahora, están a salvo de ese debate... esos sentimientos no se pueden copiar.

¿Algún día este país tendrá una mirada cultural menos frágil?

Llevo muchos años entristecida por el trato que se le ha dado a un sector al que se recurre en función de unos intereses. Un país que no cuida su cultura tiene muy poca credibilidad. En España existe una voluntad insaciable por mermar a los creadores y eliminar unos criterios que incomodan.

¿No echa de menos un Programa Nacional de Cultural?

Claro que lo echo de menos... Aunque no me dedicara a esto, los echaría en falta. Los alimentos dan la vida al cuerpo y la cultura alimenta la mente, sin ella estás condenando a vivir en un estado en el que no hay criterios para asumir las situaciones que vienen impuestas. La cultura es la que genera las revoluciones, la que fuerza unas eclosiones sociales hasta llegar a unas situaciones de cambio, la que mantiene viva la crítica para responder a decisiones que resultan injustas...

¿Los ciudadanos esperan que los artistas sean críticos y censuren esas injusticias, pero se puede esperar ese apoyo ahora que esos personajes públicos están igual de tocados?

La sociedad está perpleja y no encuentra respuestas a lo que está pasando. En este país hay mucha gente que nunca había vivido una situación tan devastadora y es normal que el mundo de la cultura, en el que hay muchos miembros de esa generación que ha crecido de una forma más cómoda, esté igual de desbordado que el resto de los ciudadanos. Tendrá que pasar un tiempo para asimilar este caos y ver si en algún momento aún es posible volver a la situación anterior.

Imagino que su futuro artístico en estos momentos lo ve más negro que claro...

Lo veo incierto... los que quieran dedicarse a la música en este país, por lo menos a hacer buena música, no tienen futuro. Es verdad que los jóvenes están mucho más preparados que nosotros, pero si quieren tener alguna oportunidad van a tener que hacer las maletas. No descarto tener que irme fuera de España porque en este país la ilusión ya está agotada.

¿La música continúa siendo uno de los pilares de su vida?

No soy consciente del valor que tiene la música en mi vida, pero eso es algo que vive conmigo. Yo me ilusiono con muy poco, pero no sé si vale la pena hacer un nuevo disco. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a comprarlo? ¿Qué tipo de música tendría que incluir en él? ¿Vale la pena volcar tantas energías en un proyecto que difícilmente va a tener cierta repercusión en este país? Hay muchas interrogantes sin despejar y lo peor de todo es que las circunstancias actuales no son nada favorables.

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