Repentinamente, llegó el fin de una situación que parecía estable, después de la postura a favor del secretario general de Coalición Canaria a la extracción petrolífera y la adhesión del mismo ministro de Industria y Energía, que es el que manda y entiende en esas cosas, así como otros políticos influyentes. Quedó como enemigo casi único de las prospecciones el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino ivero, quien alega y teme la retirada del turismo de las islas de Fuerteventura y Lanzarote. Las alianzas con partidarios era cosa hecha y solo faltaba autorizar las prospecciones, sin cortapisas de ninguna clase. La posibilidad de ganancias y de beneficios eran suficientes para atraer la extracción del petróleo de los fondos marinos. Pero también, sin esperarlo, va el presidente ivero y pregunta en el Parlamento de Canarias el lunes pasado por qué no explica epsol cuánto se gasta en una supuesta campaña de "compra de voluntades" que está llevando a cabo actualmente. Me refiero al problema del supuesto petróleo.

ivero no oculta sus sospechas de que epsol está financiando al PP, es decir está pagando a los populares los favores correspondiente que saldrán de las prospecciones en forma de dinero producto de las ventas de crudo. El Partido Popular, por su parte, tras el cabreo correspondiente que produce l supuesto juego sucio achacado al PP, devuelve la moneda a ivero afirmando que es ivero el que regala riqueza a Marruecos ofreciéndole que sean los marroquíes los que se queden con el petróleo y el gas que, supuestamente, guardan los fondos marinos de las Islas Canarias y, naturalmente, como esos fondos no se interrumpen, llegan a áreas de los litorales de Marruecos, aprovechados igual que como se aprovecharían en el Archipiélago procedentes de pozos iguales o semejantes situados también en los fondos marinos cerca de las costas marroquíes, como los de Lanzarote y Fuerteventura. Pero, allí no se formarán los líos que se han formado en Canarias, ya que en Marruecos lo primero es Marruecos y aquí cualquier culichiche mete en el corral propio las cabras que encuentre. Esa es la costumbre en nuestros campos y ciudades.