De mis años de infancia y primera juventud, hay dos cosas que recuerdo con especial curiosidad e interés: una de ellas, que todavía está ahí, y a pesar de la oposición de muchos, es la refinería, la "Petrolífera", como se la llamaba entonces, que vino a cambiar bastante la cara de Santa Cruz, que pasó de ser un pueblo marinero a serlo industrial; la otra cosa de la que me acuerdo especialmente era algo que vislumbré cuando mi padre me llevaba de pequeño al Stadium, generalmente en verano, y nos subíamos a los palcos que estaban en la parte alta de Preferencia, generalmente a uno de la Directiva, donde mi padre tenía siempre amigos, especialmente don Sixto M. Machado, y desde el Stadium se veían alzarse al cielo cuatro grandes torres metálicas que, aunque uno no sabía para qué demonios servían, sí que conocíamos que eso de los telegramas o de la radio o lo que fuese dependía de las dichosas torres.

Las torres eran tan populares, allá por el barrio de El Cabo (futbolísticamente, del Fomento, el eterno rival del Club Deportivo Tenerife), que incluso había un equipo de fútbol que se llamaba Cuatro Torres. No puedo precisar cuándo, pero un buen día las torres desaparecieron; en un cierto momento dejaron de tener resonancia manifiesta y hasta me olvidé de ellas. Es curioso, porque durante el Movimiento, ya en el año 39 y cuando parecía que me iba a tocar entrar en el Ejército, mi padre tuvo la brillante idea de que al menos pudiese alcanzar un menos preocupante destino que el de soldadito de a pie y pegando tiros, como podría ser en el Cuerpo de Ingenieros Militares y como radiotelegrafista, y ni corto ni perezoso asistí durante unos meses a unos cursos de una academia de radiotelegrafía, que los impartía en los bajos de una casa en la calle Galcerán esquina a Carmen Monteverde, en su denominación actual; pero ya el primero de mayo se dio por finalizada la contienda y por suspendida cualquier gestión de ingreso en el ejército, para dedicarnos a preparar para septiembre los exámenes de aquella primera Reválida después de 7 años de Bachillerato.

Últimamente me entró la curiosidad y me decidí a investigar dónde se acude hoy a eso en el Google, el vaso que calma todas nuestras sedes. A pesar de que hoy en día bajo "Cuatro Torres" solo se conoce un barrio de este nombre y decenas de actividades que lo incorporan a esa denominación, entre la numerosa información sobre tales torres había un trabajo titulado "El Titanic y Tenerife", original de Francisco Javier Dávila Dorta y publicado en la revista CQ de enero 1999. Mi amistad con el doctor David Dávila Dorta, tacorontero residente en Valencia y hermano del autor del estudio fallecido muy prematuramente, me ha hecho llegar gran cantidad de información sobre la telegrafía en nuestra tierra a comienzos de siglo pasado, lo que me ha permitido saber que aquellas mis famosas cuatro torres metálicas formaban parte de la Estación Radiotelegráfica de Tenerife, la conocida Radio Costera, cada una de ellas de 70 metros de altura, que se fueron terminando de montar en los meses de mayo a octubre de 1909, mientras que los trabajos de instalación de los aparatos de radiotelegrafía se iniciaron en mayo de 1910 y el 2 de junio de 1911 se conectó finalmente la estación de radio con el centro telegráfico. Casi 20 años después fue cuando me di cuenta de la existencia de las famosas y únicas Cuatro Torres, si bien don Francisco J. Dorta nos advierte de que ya en los años 30, sin mayor precisión, se traslado la estación a Geneto, La Laguna, a unos terrenos aún conocidos por Finca de Telégrafos, antiguo "campo del telégrafo", que ocupaba una notable superficie, pero en la que las antenas habían sido sustituidas por unos 12 postes de madera de entre 8 y 12 metros de alto. Lo más emocionante para mí ha sido una fotografía de la época que muestra la costa de Santa Cruz en la zona en que se situaron las torres; en realidad no es así, ya que el pie de foto indica que, sobre una foto de la época, han sido dibujadas las famosas cuatro torres que en el 40 al menos ya no funcionaban y que supongo serían demolidas con toda celeridad. Pero no desespero de que algún día podré ver finalmente una foto auténtica de mis queridas, añoradas y perdidas cuatro torres.

¿Y que tiene que ver con las Cuatro Torres el "Titanic"? Esta sí que ha sido una grata sorpresa para mí, si bien debe ser conocida de muchos radioaficionados canarios por el hecho de haber sido publicada en la revista CQ y ser muy numerosos los radioaficionados de Tenerife, debido también al propio aislamiento que durante siglos hemos padecido los canarios. No deja de ser curioso que, nada más inaugurarse la Estación Costera, en el año 1912, ya prestase servicios internacionales de carácter inestimable. Nos lo cuenta Fernando Dávila y yo se lo resumo. Era el 2 de abril de 1912 cuando se sube a bordo del "Titanic" el equipo de radio Marconi que instalan los técnicos Jack Phlips y Harold Bride de dicha firma. El mismo día se hacen las pruebas de mar del barco, mientras que el día 3, y ya ajustado el equipo, se hace a la mar el "Titanic" desde Belfast a Soouthampton, donde se inicia el día 10 su viaje en primer lugar a Cherburgo, Francia, y luego a Queenstone, Irlanda, para desde allí continuar el suyo ya sin retorno. Desde Southamton, y una vez puestos a punto los aparatos de telegrafía, se emitió un primer mensaje de largo alcance, que fue contestado nada menos que por la Radio Costera de Tenerife Tenerife Radio. Como dice F.J. Dávila, son 3.700 Km. Esta estación de radio se constituyó, pues, en la estación "madrina" del "Titanic".

Como sabemos, ya ni Cuatro Torres ni "Titanic". Solo nos quedan la historia y el recuerdo.