A finales de 2011, voluntarios del grupo ecologista EcoOcéanos acudieron a Oasis del Valle, en La Orotava, para interesarse por la situación de un grupo de chimpancés que vivía en el recinto, alertados por un comunicado que denunciaba su presunto mal estado. Se presentaron allí para "hablar con sus responsables y comprobar si era cierto lo que se decía". Así comenzó la "increíble historia" de estos voluntarios que trabajaron durante más de un año para mejorar la calidad de vida de Marina, Churrero, Clara, Silvia, Iván, Toni y Bongo, siete chimpancés ahora acogidos en Loro Parque.

"Para nuestra sorpresa, no solo no fuimos expulsados por preguntar, sino que el gerente de Oasis del Valle se alegró de que por fin fuese alguien a contrastar la realidad. Lo que se denunciaba en prensa como la ocultación de los chimpancés por una posible mala situación, resultó ser una obligación legal, ya que la empresa cambió su categoría, pasó de ser un zoo a granja escuela, y, por ello, se les impedía exhibir animales silvestres y tuvieron que tapar las instalaciones", detalla EcoOcéanos.

El colectivo reconoce que aunque los chimpancés estaban ocultos al público por imperativo legal, "la empresa les intentaba dar una atención correcta, aún siendo una ruina económica para ellos. Eso tampoco significaba que hubiese una atención óptima, ya que las instalaciones estaban obsoletas y el enriquecimiento ambiental era muy escaso".

"Nuestra segunda sorpresa llegó cuando los responsables del centro, que ya habían manifestado públicamente su deseo de que estos animales fueran trasladados a un lugar donde estuvieran mejor atendidos, no solo no nos impidieron el acceso a las instalaciones, sino que vieron como una gran ayuda que fuésemos a proporcionar enriquecimiento ambiental a los animales y a observar su comportamiento", recuerdan.

Fue así como estos voluntarios de EcoOcéanos, que no tenían conocimientos sobre chimpancés, fueron "poco a poco aprendiendo de estos grandes simios" y, con ayuda de especialistas como Vanessa Hernández y Silvia Carrillo, responsable del Instituto Jane Goodall en Canarias, iniciaron un proyecto que benefició mucho al grupo y que, en todo momento, contó con el apoyo de Oasis del Valle. Los voluntarios también recibieron ayuda de Pedro Peláez, técnico del Gobierno canario, y asesoramiento permanente de Faada y su especialista Laura Riera.

Estos voluntarios realizaron detalladas observaciones del comportamiento individual y grupal de los chimpancés, organizaron múltiples actividades de enriquecimiento ambiental y estimulación, y mejoraron las instalaciones interiores y exteriores con nuevas camas, calefacción, columpios, zonas de sombra, lianas, termitero o plataformas en altura.

"Sabíamos que nuestro papel allí era provisional -reconocen-, y que desde la administración competente se le buscaba una salida al grupo. Ante la saturación de los centros de rescate de chimpancés, el lugar idóneo para su traslado, sabíamos que su futuro pasaba por vivir en un zoo".

EcoOcéanos, con el apoyo de Faada y otras organizaciones, logró evitar que se separara a esta familia de simios, tal y como estaba previsto inicialmente. "La administración competente desde Madrid rectificó y decidió que los animales se trasladarían juntos a Loro Parque, una decisión queremos agradecer profundamente. Se ha impuesto la lógica, y lo fundamental se ha conseguido: la familia continúa unida".

"Cuando vemos su situación actual, nos llena de orgullo saber que hemos sido importantes para su buena salud física y mental, y también importantes para que el grupo siga unido. Sabemos que habrá gente que no entienda nuestra aportación y que recibiremos críticas, pero nadie conseguirá quitarnos el tremendo orgullo de que esta familia esté ahora mucho mejor que antes", sentencia EcoOcéanos.

la familia Marina, la mayor del grupo y la más humanizada. Fue incautada a un fotógrafo callejero y, debido, a su estrecha relación con las personas, inicialmente no aceptaba a los chimpancés. Le gustaba colocarse en lo alto de los palos para mirar al exterior. Churrero es el macho dominante. Tiene 16 años. Hermano de Clara y padre de Iván, Silvia y Bongo. Clara es la madre de Iván. Tiene 14 años y gracias a EcoOcéanos superó un grave estado de depresión y apatía. Silvia es hermana de Iván y madre de Toni. Tiene 9 años y, según sus cuidadores, es la más inteligente. Iván es el más activo de la familia. Con 3 años, su día a día consiste en jugar y molestar al resto del grupo para que jueguen con él. Toni prácticamente no se separa de su madre Silvia. Bongo es el benjamín de la familia. Hijo de Marina, la supuesta "viejita" que dio a luz por sorpresa días antes del traslado a Loro Parque.