Las denuncias sobre supuestos malos tratos acaecidos en el centro de discapacitados intelectuales de Triana, con un informe técnico remitido por el Cabildo de La Palma, responsable del servicio, al Ministerio Fiscal, provocaron un aluvión de indignación y repulsa que sigue vivo, manteniéndose abiertas diferentes líneas de investigación para esclarecer qué ocurrió realmente tras aquellas paredes.

EL DÍA resume hoy lo vivido no solo durante esta semana, sino también los días previos, antes de que se decide adelantar la noticia en la edición del pasado domingo. En este artículo se incluyen las reacciones ya publicadas y también aspectos que habitualmente se reservan.

Lunes, 11 de marzo. EL DÍA recibe una llamada donde se informa de la investigación abierta en un centro asistencial del Cabildo. No se especifica a qué servicio afecta, aunque la interlocutora asegura que tendrá "una gran repercusión" y que ha sido una de las que testificaron "junto a otros excompañeros". Pregunta si hay interés en publicarlo "o hay miedo a represalias".

Martes, 12 de marzo. La misma fuente hace una segunda llamada y en esta ocasión habla de "unas diez testificaciones de personas que conozco bien", de un informe extenso, sobre -es la primera vez que lo menciona- el centro de discapacitados de Triana. Deja apuntes de lo que parecen declaraciones (quizás su propia testificación) donde se denuncian supuestos tratos vejatorios.

Miércoles y jueves, 13 y 14 de marzo. Se recopila información y se contrastan datos. Personas vinculadas al centro confirman por vía telefónica una parte de las denuncias expuestas ante la instructora del caso, donde se concretan supuestas actuaciones denigrantes, y concretan además que el caso será investigado por el Ministerio Fiscalía.

Viernes, 15 de marzo. EL DÍA accede a la denuncia de una familia. Lleva su nombre y también la identidad de la jurista que la interroga. Las preguntas son concretas y concuerdan, en parte, con los manuscritos obtenidos el martes. Las respuestas son diferentes. Son de otra persona. Esta redacción conoce que la junta de portavoces del Cabildo de La Palma había tratado el informe (sin repartirlo) y las denuncias, por lo que la investigación había concluido. Se decide hablar con el portavoz de la oposición, Carlos Cabrera, y, con posterioridad, con el vicepresidente del Cabildo, Anselmo Pestana. Ambos se muestran horrorizados con los supuestos malos tratos que se denuncian en el informe, "los excrementos y el agua fría es aberrante", coinciden. Piden que la información no sea publicada "hasta dentro de unos días". EL DÍA les asegura que no saldrá a la luz el sábado, es decir, tiempo suficiente (viernes por la tarde y todo el sábado) para que el gobierno insular tomara las medidas que entendiera oportunas.

Domingo, 17 de marzo. Se publica la noticia. Técnicos de Asuntos Sociales del Cabildo de La Palma trabajan el día festivo para acelerar los trámites para la intervención del centro.

Lunes, 18 de marzo. El Pleno del Cabildo aprueba la intervención de Triana y pone como director a uno de sus juristas. El ya exdirector del centro y sobre el que pesan las denuncias recogidas en el informe, José Mustafá, se pone en contacto con EL DÍA para ejercer su derecho a replica. Decide hacerlo a través de correo electrónico, sin preguntas previas. El Cabildo se reúne por la tarde con las familias afectadas. Comienza una sorprendente y ridícula "caza de brujas" para saber quién filtró la información, con amenazas patéticas de apertura de expedientes.

Martes, 19 de marzo. EL DÍA publica las manifestaciones de José Mustafá. Dice que todo es "falso" y que "todas las pautas médicas y tratamientos especializados son establecidos por el Servicio Canario de Salud; tanto por los médicos de Atención Primaria como por los médicos especialistas y el médico sanitario del centro, quien les da continuidad". Ese mismo día, se saca a la luz la denuncia de una madre que habla de los supuestos malos tratos recibidos por su hija en el centro: "Mi hija estaba sedada, se caía, la agarré y le dije: Mamá está contigo".

Miércoles, 20 de marzo. Las familias y la plataforma de asociaciones de discapacitados estudian presentar acusaciones particulares. Llegan las primeras presiones a la redacción de EL DÍA para conocer quién filtró la información y que la misma no tuviera más "recorrido". A la vez, familias agradecen (lo mejor de las dos semanas) que la información saliera a la luz "para que esto se haya movido".

Jueves, 21 de marzo. La empresa que gestionaba el centro de Triana antes de la intervención del Cabildo, Sercade, defiende a José Mustafá. Su representante en la Isla y exdirector del servicio, Javier Mijangos, dice que el contenido de las denuncias "son falacias" y advierte de la presentación de denuncias contra el Cabildo y la Prensa.

Viernes, 22 de marzo. Duro testimonio de una mujer, a EL DÍA y a otros medios, sobre el deterioro, eso afirma, sufrido por su cuñado tras dos años en Triana: "Jose era activo, feliz, en el centro de Triana está en silla de ruedas y se baba". En todos estos días, una madre, Eugenia Paiz da la cara y cuenta en un vídeo todo lo vivido por su hija. Lo hace de frente, sin arrugarse. Es el "corazón" de todo el caso.

José Ameen Mustafá, el "buen chico" de La Montañeta

Las denuncias que recoge el informe técnico en manos del Ministerio Fiscal señalan a José Ameen Mustafá, de apenas 37 años, como el principal responsable de los supuestos malos tratos sufridos por los discapacitados intelectuales. En La Montañeta, un topo a la salida del casco de San Andrés y Sauces, no se acaban de creer la historia. Allí vivió y creció. Antiguos amigos, también conocidos, dicen que "siempre fue buena persona. Un chico humilde que estudió Psicología en la Universidad gracias a las becas, muy sano y de trato muy correcto".

"Amín", como lo conocían en el barrio, no tuvo una infancia sencilla. Perdió pronto a su madre y su padre decidió dejarlo desde niño a cargo de su abuela materna. "Son tres hermanos, dos chicos y una chica, y se criaron en una casa humilde de dos plantas, con la pensión de su abuela", afirma uno de sus amigos, quien recuerda que "era todo lo contrario a ser problemático. Amín es buen chico". Uno de los que más jugaba con él cuando eran menores y que también compartió clases tanto en el colegio del pueblo como en el instituto Cándido Marante Expósito, reconoce que "cuando salió todo en los medios de comunicación muy pocos se lo han creído. Al principio, ni sabíamos que era él. Se decía José Mustafá y aquí lo conocemos por Amín. Para mí siempre ha sido buena persona y creo que lo sigue siendo, aunque la gente cambia...".

Trabajadores y expersonal del centro de Triana también lo defienden, otros no tanto. Lo describen como una persona "obsesiva con las normas", inflexible a la hora de "modificar algo que está establecido" y muy "exigente". Quienes le critican aseguran que "por delante es de una manera y por detrás de otra", mientras que las familias más afectadas creen que "no está bien. Nos engañó, nos manipuló. Se cree que Triana es de su propiedad y que puede hacer con los residentes lo que quiera".

Falta las opiniones del Ministerio Fiscal y, si cabe, del juez, que serán las que tengan el valor definitivo.

Lo ocurrido en Triana está siendo analizado por el Ministerio Fiscal, que se encargará de tomar declaraciones antes de decidir si lo eleva ante el juez. También existen denuncias a título particular.