Un coro proclama: "Esto es Verona", pero no hay nada sobre el escenario. La labor de hacer ver a los espectadores esa localización queda en manos de la potencia narrativa de Álex Barahona, en el papel de Romeo, Bernabé Fernández (Mercutio) y Javier Hernández (Benvolio), con el único respaldo de una cuidada iluminación y las imperecederas palabras de William Shakespeare que han dado forma al clásico por excelencia de las artes escénicas.

Barahona, conocido por su aparición en series televisivas como "Isabel", "Física y química", "Los Serrano", "Aída" o "Sin tetas no hay paraíso", montajes teatrales como "Los 80 son nuestros", "El enfermo imaginario", "Yepeto", o el musical "Más de 100 mentiras", o la película "Lo contrario al amor", asevera que este ha sido su mayor reto interpretativo.

¿En qué se diferencia o, tal vez, sería mejor decir en qué se parece este montaje de Romeo al original de Shakespeare?

En realidad, esta versión es muy fiel al clásico, así que es mejor enumerar las diferencias que las semejanzas. En esta línea, la principal novedad está en el montaje ya que en nuestra obra están todos los momentos más característicos de la obra como la escena del balcón, la muerte de Romeo... es decir, una traducción casi literal al clásico, lo que pasa es que solo somos tres actores y no interviene Julieta.

¿Y dónde se quedó Julieta?

Yo también he estado buscándola en todos los bolos que hemos hecho y aún no la encuentro (risas). No, en serio, lo que ocurre es que yo la logro ver, pero a través de los ojos de mis amigos (Mercutio y Benvolio) y, además, entre los tres hacemos que el espectador la imagine y la sienta.

Entonces, este giro de tuerca sirve para darle un nuevo aliciente a la obra...

Se trata de una propuesta bastante inteligente por parte de Julio Salvatierra, que es el que ha hecho esta versión y del director, Álvaro Lavín, porque todos saben cómo acaba este clásico, pero nunca lo han visto desde el prisma que nosotros se lo ofrecemos. Hay que tener en cuenta que hay gente que es muy fan de la obra y que, por mucho que se conozca el final, le gusta ver la historia a la manera tradicional, como el que ve la misma película cien mil veces. Sin embargo, este montaje abarca a un público más amplio porque la manera de trasmitirlo es mucho más innovadora.

El hecho de que se represente una obra como ésta, con solo tres actores, ¿es un reflejo de cómo está el mundo del espectáculo?

Es lógico pensar que en esta época de crisis hasta en "Romeo y Julieta" se haya recortado hasta el punto de suprimir a Julieta (risas), pero no es así. Este es un montaje que ya se hizo hace unos diez años cuando la situación estaba mucho mejor que ahora. Así que más bien creo que la idea tiene más que ver con el masoquismo propio del actor de querer contar un espectáculo donde aparecen un montón de personajes, pero con menos medios. De hecho, para mí es el mayor reto interpretativo que he afrontado en mi carrera.

¿Cómo encara asumir la identidad de este personaje de referencia en la literatura universal?

Desde un principio intenté liberarme de esa presión ya que, efectivamente, es un personaje que todo el mundo tiene en la cabeza. Afortunadamente, la propuesta en la que se basa este espectáculo me ha ayudado mucho porque me he sentido muy arropado. Además, los tres actores tenemos, prácticamente, el mismo protagonismo, ya que todos somos los encargados de contar la historia al público. A mí me ha tocado Romeo, pero no es más importante que los otros dos. Es más, uno de los elementos fundamentales de esta obra es la amistad entre los tres.

¿Y cómo es la relación entre los tres fuera del escenario?

Antes de esta obra yo no los conocía, pero entre ellos dos (Javi y Bernabé) sí, porque trabajaron en la misma serie. No obstante, estrechamos lazos en seguida en la sala de ensayo porque todos teníamos el mismo respeto a la obra.

¿Por qué en el teatro se está volviendo a recurrir a los clásicos? ¿Teniendo en cuenta que sobran los temas de actualidad, no será por falta de ideas?

No creo que sea por falta de ideas, ni de medios, ni de ganas. Desde mi punto de vista como actor, si me ofrecen un clásico siempre me apetecerá hacerlo, así que supongo que igual les ocurre a los directores, que querrán pasar por un clásico para poder dar su punto de vista. Tal vez es por eso que, hoy por hoy, coincidan varios clásicos en gira.

A usted se le conoce sobre todo por sus papeles en multitud de series de televisión, pero también ha participado en otros montajes teatrales y en cine... ¿La diversificación en los actores es por asumir nuevos retos o para poder llegar a fin de mes?

Igual es una cuestión de supervivencia (risas). Bueno, imagino que hay un poco de todo. Yo he tenido la suerte de encadenar dos trabajos seguidos que me han supuesto un reto, ya que el anterior era un musical y este una obra clásica, que nunca antes había tenido la oportunidad de hacerlo, pero lo habitual en nuestra profesión es que tenemos tan pocas ocasiones de trabajar que cuando te sale algo lo coges y, además, con una energía enorme.

¿Tan mal está el empleo en este sector?

Aunque no lo parezca, a ojos de los espectadores, los actores que están trabajando ahora en España son solo una décima parte de todo el gremio. Es decir, el paro ronda el 90%. Ten en cuenta que hay compañeros que antes solo hacían cine y ahora también se están dejando ver en televisión. Todo va unido. El actor quiere actuar sea en el medio que sea y si se van cerrando las puertas en un sitio tiene que buscarse la vida por otro lado.

¿Y usted con qué medio se siente más cómodo?

Para mí, el personaje es el que manda, al margen del medio. Llevo un año y medio sobre un escenario y esa adrenalina diaria ha propiciado que le coja más el gusto al teatro. Aún así, en unas semanas comenzaré a rodar una serie de televisión, y, por último, no hay que ocultar que, para un actor, el cine es como el cielo. Por tanto estaría encantado de participar en otra película.