1.- Le he visto el culo a Angela Merkel en varias ocasiones, en la Red, porque la buena señora tiene la costumbre de cambiarse el bañador delante de los paparazzi. Pero, oh sorpresa, que en el periódico digital eldiariodetenerife.com veo publicada una foto de Angela Merkel, completamente desnuda, paseando su felpudo por una playa, en compañía de dos amigas, igualmente con fronda en los bajos. Como se usaba antes y no esos afeitados modernos que no nos llevan a ninguna parte. La foto es de su época juvenil, allá por los sesenta, y unos dicen que es falsa y otros que auténtica. Si les digo la verdad, tiene toda la pinta de no ser chimba y debo añadir, y por consiguiente añado, que la dama de hierro alemana estaba como un tren. Maciza. Mucho mejor que su marido, que es físico o químico, no recuerdo, y que para no desentonar usa tanga marcapaquete en sus paseos por la orilla del mar, de la mano de su santa. Y tan santa que nos tiene a todos acogotados. Por cierto, que hablando de eso, a Rajoy le ha entrado la misma manía que al extinto (políticamente) Zapatero. Ahora el gallego ha dicho que si seguimos haciendo sacrificios, en el 2014 llegará la recuperación. Y una mierda. Él sabe que no.

2.- España entera está, sin embargo, muy preocupada porque unos fetichistas entraron en la casa de una tal Belén Esteban, premio Nobel de la idiotez, y se llevaron docenas de bragas de la musa basta. Además de 100.000 euros, o así, y joyas. Todo ello (menos el braguerío), guardado en una caja fuerte, que muy fuerte no debía ser porque se la levantaron. Teme esa chica, ex de torero y mujer de camarero (del martini a la plaza no hay más que un paso, niña, no hay más que un paso), que lo del hurto braguil sea para hacerle conjuros diversos, sobre todo si se ha escapado de las prendas algún pelocoño, que ya se sabe que con el felpudo se hacen pócimas para las atracciones fatales. Ay, Dios.

3.- Y para cerrar la crónica farandulera que me ha salido hoy, lamentar que a Olvido Hormigos, la concejal pajera de Los Yébenes, la hayan eliminado injustamente de un concurso de saltos televisivos. Con el balancín que se traía la Hormigos con el portero del equipo de su pueblo, es imposible que no saltara bien. Por lo que yo pido que se revisen las bases del concurso y que se haga con la Hormigos la justicia universal del juez Garzón, el amor/amor de Cristina, viuda de Kirchner. Por último, la infanta. Cuánto manda, Dios mío, un juez de instrucción. Este país es tan raro que un tal Castro se puede cargar la monarquía. Es que no tenemos remedio.

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