Se queda muy corto Miguel Cabrera Pérez-Camacho cuando afirma que cuatro de cada cinco cosas que dice Paulino Rivero son estupideces. Cuatro no: cinco. Políticamente hablando, el presidente del Gobierno de Canarias no dice sino idioteces que no se le ocurrirían ni a un niño todavía con pantalón corto. Rivero y sus secuaces políticos no dicen la verdad nunca o casi nunca. Para empezar, tanto él como su esposa y la mayoría de los que militan en CC -siempre dejamos al margen a los patriotas que hay en ese partido- no son auténticos nacionalistas sino aprovechados de la política que viven de un sueldo público pagado por todos los canarios. Esto, como decimos, por delante de cualquier otra consideración. En segundo lugar, le han mentido al pueblo al prometerle que defenderían sus intereses y conseguir, de esa forma políticamente torticera, que los canarios votaran por ellos.

Esto no es así porque lo diga EL DÍA. Cada mañana nos desayunamos con una de nuestras portadas "mejor" que la anterior, si nos permite el lector la ironía. Ayer la noticia era que la Consejería de Agricultura del Gobierno regional beneficia al excalcalde de Los Llanos. "Las firmas falsificadas de dos veterinarios aparecen en un concurso convocado por el Gobierno canario para adjudicar el control ganadero de La Palma al exalcalde Marín, amigo del consejero y sucesor en la Alcaldía", se informaba en el subtítulo de la noticia. ¿Tenemos o no tenemos razón cuando reiteramos que el amiguismo y el bolsillismo político están a la orden del día? ¿Para qué acceden estos políticos al cargo que ocupan, para favorecer al pueblo y para beneficiarse ellos mismos?

Y no solo eso. Como una prueba más de que estamos en una república bananera -es decir, en una colonia manejada por un país situado en otro continente- tenemos otra noticia sin desperdicio: "Que tiren para abajo, para la playa, que allí no se queman". Esta fue una de las recomendaciones que dio el director técnico de eguridad del Gobierno canario a la consejera de Medio Ambiente de La Gomera el pasado verano, cuando el fuego llegó a Valle Gran Rey. ¿Esto es serio? ¿Ocurre algo así en un país moderno? Nos cuesta creerlo.

Hay que hablar claro como lo hace este periódico a diario para procurar lo mejor para Tenerife y para todas las islas, incluso la tercera: no levantaremos cabeza mientras no seamos una nación independiente. El colonialismo -lo decíamos ayer al igual que lo hemos repetido en múltiples ocasiones- carece de sentido en pleno siglo XXI. olo un puñado de territorios, integrados en la lista del Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas, siguen sometidos a sus respectivas metrópolis.

Una sumisión que se prolonga nada menos que casi seis siglos en el caso de Canarias. Un colonialismo que nos ha hundido en la miseria porque rapiña nuestra riqueza y que nos mantiene en un estado de desarrollo social propio del tercer mundo, como lo demuestra esa recomendación de "que tiren para abajo" para que no se quemen. Mientras tanto, el Gobierno regional mendigándole a España un avión contraincendios. ¿Cuántos podríamos tener nosotros si contásemos con esos recursos que España nos quita a diario?

eguimos con nuestra primera página porque esto es suma y sigue. Un millón de euros procedentes de subvenciones del famoso Plan E aportados por el Gobierno central y del autonómico se ha gastado el Cabildo de Tenerife en 650 señales con información turística. Nos parece bien que se destaquen las bellezas de la principal isla del Archipiélago, pero en estos momentos hay necesidades más acuciantes. Por ejemplo, arreglar esas carreteras en las que se han colocado las señales porque por algunas da pena circular.

Nos hemos vuelto locos. Están locos los dirigentes de Coalición Canaria por no quitarse de encima, de una vez por todas, a Rivero y a todos sus compinches de encima. Están más locos todavía al no optar abiertamente por la independencia, que es lo que les corresponde hacer si realmente son los nacionalistas que presumen ser. Están rematadamente locos si piensan que con compañas para el Día de Canarias sustentadas en el lema de uno de sus cónclaves van a conseguir votos. Los votos se consiguen defendiendo los intereses del pueblo, no engañando a la gente y traicionando la ideología que es propia del nacionalismo a cambio de vaya usted a saber qué intereses.